domingo, octubre 22, 2023

Amor / VIII Edicto - Nina Ferrari

 Yo creo amor
que va a ser muy importante
frente a los escombros
de un mundo
que se derrumba
poder saber
quiénes tenían
las piedras encima
y quiénes las tenían
en la mano.


sábado, mayo 13, 2023

Última voluntad - Hans Magnus Enzensberger

Sáquenme de una vez la bandera del rostro. Me hace cosquillas
Sepulten con ella a mi gato. Sepúltenla allí
donde tenía mi colorido jardín.

Quítenme esta corona de lata del pecho, hace ruido.
Tírenla a las estatuas, a la basura
y regalen las cintas a las putas, para que se adornen.

Digan las oraciones por teléfono, pero corten el cable
o envuélvanlas en un pañuelo lleno de migas de pan
para los tontos peces del charquito.

Que el obispo se quede en casa y se emborrache.
Denle un barrilito de ron
porque estará sediento antes de predicar.

Y déjenme tranquilo con lápidas y sombreros de copa.
Adoquinen con ese buen basalto una calle que nadie habite,
una calle para pájaros.

En mi baúl hay mucho papel garrapateado para mi primito,
que haga avioncitos para que vuelen lindamente desde el puente
y se ahoguen en el río.

Lo demás, un calzoncillo, un encendedor, un hermoso ópalo
un despertador, eso deben regalárselo al linyera Calístenes
y denle también una propina adecuada.

Por la resurrección de la carne, mientras tanto, y por la vida eterna
me preocuparé yo, si no lo toman a mal.
Es cosa mía, ¿no es verdad? Que les vaya bien.

En la mesa de luz hay, todavía, un para de cigarrillos. 

domingo, abril 30, 2023

Soy - Jorge Luis Borges

Soy el que sabe que no es menos vano
que el vano observador que en el espejo
de silencio y cristal sigue el reflejo
o el cuerpo (da lo mismo) del hermano.
Soy, tácitos amigos, el que sabe
que no hay otra venganza que el olvido
ni otro perdón. Un dios ha concedido
al odio humano esta curiosa llave.
Soy el que pese a tan ilustres modos
de errar, no ha descifrado el laberinto
singular y plural, arduo y distinto,
del tiempo, que es de uno y es de todos.
Soy el que es nadie, el que no fue una espada
en la guerra. Soy eco, olvido, nada.

viernes, abril 14, 2023

Franco... tuya es la hacienda... - León Felipe


Franco... tuya es la hacienda...
la casa, el caballo y la pistola...
Mía es la voz antigua de la tierra.
Tú te quedas con todo
y me dejas desnudo y errante por el mundo...
mas yo te dejo mudo... ¡mudo!...
¿Y cómo vas a recoger el trigo
y a alimentar el fuego
si yo me llevo la canción?

sábado, abril 02, 2022

Ítaka - Constantino Cavafis

Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo 
y lleno de aventuras 
y lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones 
ni a los cíclopes 
ni al colérico Poseidón,
seres como esos jamás hallarás en tu camino 
si tu pensar es elevado, 
si selecta es la emoción 
que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Pide que el camino sea largo, 
que muchas sean las mañanas de verano 
en que llegues a puertos nunca vistos.
Detente en los emporios de Fenicia 
y hazte con hermosas mercancías,
trae nácar y coral, 
ámbar y ébano 
y toda suerte de perfumes sensuales.
trae cuantos más perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias 
a aprender de sus sabios.
Pero ten siempre a Ítaca en tu mente: 
llegar allí es tu destino.
Pero no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años 
y atracar ya viejo en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin esperar que Ítaca te enriquezca.
Ítaca te brindó tan hermoso viaje…
Sin ella no habrías 
emprendido el camino, 
pero ya no tiene nada que darte.
Aunque la halles pobre, 
Ítaca no te ha engañado.
Así de sabio como te has vuelto 
y con tanta experiencia 
entenderás por fin 
lo qué significan las Ítacas.

sábado, marzo 26, 2022

Trabajo de pintor - Emilio del Guercio

Si vieras como te extraño
junto a las cartas que mandabas
desde allá
En el trabajo, que me sonríe
y que me aplasta,
se me hace mate la esperanza
y, sin embargo,
noche a noche estoy aquí.

Te escribo para pedirte
Que un día de estos 
te me vengas para acá
En Buenos Aires todo me duele
hasta el amor
Todo es trabajo de pintor
Y en la pintada está 
mi rabia por venir.

Yo sé que el tiempo que
pase me cambiará
Pero todo lo que fui 
siempre vuelve a dar en mi
y a golpearme en esta sola soledad
como el hacha da en el árbol,
como el agua da en el mar.

Si viera toda mi vida,
si acaso hablara 
como el viento te habla a vos,
tal vez sería una mañana en ese río
un rumor suave del verano,
y, sin embargo, noche a noche estoy aquí.

Yo sé que el tiempo que
pase me cambiará
Pero todo lo que fui 
siempre vuelve a dar en mi
y a golpearme en esta sola soledad
como el hacha da en el árbol,
como el agua da en el mar.

sábado, marzo 05, 2022

Trova azul - Alejandro Filio

Despertaste y se hizo la mañana
y después, con tu luz, llegó otro día
que acompañó esta voz por la ventana,
cadente en el color, mi melodía.

Así te diste vuelta y tu sonrisa
me explicó que un lucero se quedaba
para volar los dos sobre tu cama,
para decir adiós lo que dolía.

¡Ay!, mujer te traigo flores
más que aún la primavera.
Deja que te cante mis amores
y déjame adornar tu cabecera.

Con el color azul que da la trova
pintaré esta canción, Susana mía.
A toda la distancia que nos roba
la volveré impecable cercanía.

para que en un abrazo a sol completo
te derrames, oh, gota de rocío.
El hombre que soy yo, el imperfecto,
te abraza y te protege de otro frío.

¡Ay!, mujer te traigo flores
más que aún la primavera.
Deja que te cante mis amores
y déjame adornar tu cabecera.
Tu cabecera.

El Milagro - Guillermo Pilía

Contaba mi padre que mi abuelo tenía un ojo que siempre le lloraba, 
producto de un golpe brutal que le dio mi bisabuelo. 
Tendría entre ocho y diez años entonces y con esa marca vivió hasta los setenta. 
Nunca supe qué falta nimia le acarreó un castigo 
tan dilatado en la distancia y el recuerdo: 
ese ojo lisiado que no obstante no logró hacerlo cruel ni resentido.
Cuando hoy mi vista llora de cansancio, como esta mañana que tanto 
se parece a aquellas en que escuchaba de niño la historia de mi abuelo, 
pienso en el milagro de mi padre que no sufrió la misma suerte, 
de mis ojos sanos y de los ojos más sanos aún de mi hijo; 
en el milagro que esa infancia dolorosa de mi abuelo 
se haya quedado allá en su isla y solamente 
trajera aquí, sin odio, un ojo humedecido que hoy 
bien podría estar llorando por piedad.

Crónicas de la soledad - Mario Carrero



En 1950, Uruguay ganó el mundial de fútbol ante Brasil, por 2 a 1, en el mítico «maracanazo». Mario Carrero (de Larbanois & Carrero) le dedicó este poema-canción a su amigo Alcides Ghiggia, delantero de aquella selección y autor del segundo gol —el del triunfo— en aquella final. Mucho se ha dicho y escrito sobre ese partido. Algunas frases quedaron en la historia. Por ejemplo, el Negro Jefe, Obdulio Varela, les dijo a los suyos después del empate de Uruguay, 1 a 1: «Los de afuera son de palo. Vamo'arriba la celeste»; o la del propio Ghiggia, después de que la pelota entrara por el hueco que el arquero Barbosa le dejara junto al palo, marcando el gol del triunfo, cuando su compañero, Oscar Míguez, le reprocha que no le diera el pase, siendo que él entraba solo por el medio y Alcides contestó: «Dejala ahí, que ahí está bien».

Hasta aquel escenario desbordante,
bajo una verde y amarela bacanal,
con un sueño de canuto en los botines,
llegaron solos.

Como un vestuario después de una derrota,
como ese gol aguardentoso de Solé,
de pie frente a la turba vocinglera,
se hallaron solos.

«Todo Brasil tiene la fiesta preparada».
«Somos Gardel si no nos hacen más de tres».
«Ya están cumplidos, tranquilidad muchachos».
Y los dejaron solos otra vez…
 
Retumba fuerte «los de afuera son de palo»,
los condenados se resisten a perder.
Paren el mundo, se cayó la estantería
cuando Barbosa vuelve al fondo de la red.

Vayan pelando las chauchas,
vayan pelando las chauchas,
aunque les cueste trabajo.
Donde juega la celeste,
donde juega la celeste,
todo el mundo boca abajo.

Mientras el sueño brasilero se derrumba
y el tesorero se borró sin saludar,
una colecta dando vuelta los bolsillos
y arrancan solos pa’la pieza a festejar.

Hasta en la gloria los de afuera son de palo,
aunque la historia se desplome ante sus pies,
si al fin y al cabo nunca somos locatarios,
«Dejala ahí, que ahí está bien».
Todo Brasil tenía la fiesta preparada,
y a pura garra y corazón fueron Gardel
Fueron la hazaña, la anécdota, el milagro,
como aquel grito solitario de Solé.

Cuando la vida los perchó de los estadios,
ya no hubo foto, ni entrevista, ni equipier.
La fama en off side se les va en un pique largo
y hasta el recuerdo se hace el gil para no ver.
 
Ya en los descuentos hasta el último silbato
tendrán que andar remando solos otra vez.
Parar la olla les exige otro milagro.
Y los dejaron solos otra vez.
Y se quedaron solos otra vez.
Y la pelearon solos otra vez.
Quedaron solos.
Quedaron solos.

¡Uruguayos campeones de América y del mundo!

domingo, noviembre 28, 2021

Un perro ha muerto - Pablo Neruda

Mi perro ha muerto.
Lo enterré en el jardín
junto a una vieja máquina oxidada.
Allí, no más abajo,
ni más arriba,
se juntará conmigo alguna vez.
Ahora él ya se fue con su pelaje,
su mala educación, su nariz fría.
Y yo, materialista que no cree
en el celeste cielo prometido
para ningún humano,
para este perro o para todo perro
creo en el cielo, sí, creo en un cielo
donde yo no entraré, pero él me espera
ondulando su cola de abanico
para que yo al llegar tenga amistades.  
Ay no diré la tristeza en la tierra
de no tenerlo más por compañero
que para mí jamás fue un servidor.
Tuvo hacia mí la amistad de un erizo
que conservaba su soberanía,
la amistad de una estrella independiente
sin más intimidad que la precisa,
sin exageraciones:
no se trepaba sobre mi vestuario
llenándome de pelos o de sarna,
no se frotaba contra mi rodilla
como otros perros obsesos sexuales.
No, mi perro me miraba dándome la atención necesaria
la atención necesaria
para hacer comprender a un vanidoso
que siendo perro él,
con esos ojos, más puros que los míos,
perdía el tiempo, pero me miraba
con la mirada que me reservó
toda su dulce, su peluda vida,
su silenciosa vida,
cerca de mí, sin molestarme nunca,
y sin pedirme nada.
Ay cuántas veces quise tener cola
andando junto a él por las orillas del mar,
en el Invierno de Isla Negra,
en la gran soledad: arriba el aire
traspasando de pájaros glaciales
y mi perro brincando, hirsuto,
lleno de voltaje marino en movimiento:
mi perro vagabundo y olfatorio
enarbolando su cola dorada
frente a frente al Océano y su espuma.
alegre, alegre, alegre
como los perros saben ser felices,
sin nada más,
con el absolutismo de la naturaleza descarada.
No hay adiós a mi perro que se ha muerto.
Y no hay ni hubo mentira entre nosotros.
Ya se fue y lo enterré, y eso era todo. 

miércoles, septiembre 29, 2021

Marcelino - Esteban Castromán

Le pegábamos porque era un pelotudo.
Pero, también, Marcelino era el instrumento
que nos permitía discriminar de qué lado de la vida
uno se encontraba.
En los recreos corríamos tras él
para molestarlo.
“Tu mamá es una puta”,
le decíamos todo el tiempo.
Marcelino se escondía, corría y
se hacía amigo de las chicas.
Nosotros le bajábamos los pantalones
delante de ellas.
Mientras lloraba le pegábamos.
Y temíamos ser Marcelino.

domingo, junio 20, 2021

El poeta dice la verdad - Federico García Lorca

 
Quiero llorar mi pena y te lo digo
para que tú me quieras y me llores
en un anochecer de ruiseñores,
con un puñal, con besos y contigo.

Quiero matar al único testigo
para el asesinato de mis flores
y convertir mi llanto y mis sudores
en eterno montón de duro trigo.

Que no se acabe nunca la madeja
del te quiero me quieres, siempre ardida
con decrépito sol y luna vieja.

Que lo que no me des y no te pida
será para la muerte, que no deja
ni sombra por la carne estremecida.

martes, enero 05, 2021

Juan 1:14 - Jorge Luis Borges (otro poema con el mismo nombre)

No será menos un enigma esta hoja
que las de Mis libros sagrados
ni aquellas otras que repiten
las bocas ignorantes,
creyéndolas de un hombre, no espejos
oscuros del Espíritu.
Yo que soy el Es, el Fue y el Será,
vuelvo a condescender al lenguaje,
que es tiempo sucesivo y emblema.
Quien juega con un niño juega con algo
cercano y misterioso;
yo quise jugar con Mis hijos.
Estuve entre ellos con asombro y ternura.
Por obra de una magia
nací curiosamente de un vientre.
Viví hechizado, encarcelado en un cuerpo
y en la humildad de un alma.
Conocí la memoria,
esa moneda que no es nunca la misma.
Conocí la esperanza y el temor,
esos dos rostros del incierto futuro.
Conocí la vigilia, el sueño, los sueños,
la ignorancia, la carne,
los torpes laberintos de la razón,
la amistad de los hombres,
la misteriosa devoción de los perros.
Fui amado, comprendido, alabado y pendí de una cruz.
Bebí la copa hasta las heces.
Vi por Mis ojos lo que nunca había visto:
la noche y sus estrellas.
Conocí lo pulido, lo arenoso, lo desparejo, lo áspero,
el sabor de la miel y de la manzana,
el agua en la garganta de la sed,
el peso de un metal en la palma,
la voz humana, el rumor de unos pasos sobre la hierba,
el olor de la lluvia en Galilea,
el alto grito de los pájaros.
Conocí también la amargura.
He encomendado esta escritura a un hombre cualquiera;
no será nunca lo que quiero decir,
no dejará de ser su reflejo.
Desde Mi eternidad caen estos signos.
Que otro, no el que es ahora su amanuense, escriba el poema.
Mañana seré un tigre entre los tigres
y predicaré Mi ley a su selva,
o un gran árbol en Asia.
A veces pienso con nostalgia
en el olor de esa carpintería.

Juan 1:14 - Jorge Luis Borges

Refieren las historias orientales
la de aquel rey del tiempo, que sujeto
a tedio y esplendor, sale en secreto
y solo, a recorrer los arrabales
y a perderse en la turba de las gentes
de rudas manos y de oscuros nombres;
hoy, como aquel Emir de los Creyentes,
Harún, Dios quiere andar entre los hombres
y nace de una madre, como nacen
los linajes que en polvo se deshacen,
y le será entregado el orbe entero,
aire, agua, pan, mañanas, piedra y lirio,
pero después la sangre del martirio,
el escarnio, los clavos y el madero.

sábado, noviembre 21, 2020

Viento sur - María Elena Walsh

No hay túnel que dure cien años, mi vida.
Mirá como se arruga la tiniebla,
la procesión de pálidas se desbarranca,
los funcionarios inauguran ruinas.
Y vos y yo fundamos aires buenos.

Dónde estará la plata de mi río,
sólo barro y olitas de minué.
En los camalotes cantan las sirenas,
pero Ulises camionero no las oye,
sólo escucha la radio.

Llueve liquen en los decrépitos televisores,
buenas noches a todos, mariposas y difuntos.
Transmiten en cadena las cadenas.

El cemento se cansa de ser cobija de la Pampa.
Por los baches asoma la luz mala,
resucitan cardos y maíces,
abran paso a las luciérnagas curiosas que verán.

Viento sur, olor a transparencia,
silbo de la calandria,
madrecita cantora del primer rayo de la aurora.

La sopa de los pobres llega al centro,
y su vapor al reino de los cielos.

Ventolina que barre tormentas,
lavadero del alma, nos deja serenitos,
reciclando la pena en vasto amor.
Silbo de la calandria y vidalita de la esperanza.

Darle cuerda al amanecer, empujar un poco al Sol,
al buen día meterlo en casa.
Silba la calandria y nos sorprende en vela,
amuchados, con ganas de seguir.

Estación claridad, vamos llegando.

sábado, noviembre 14, 2020

Papel en blanco - Mario Benedetti

Miré el papel en blanco / yo tenía
palabras y palabras y palabras
pero ninguna de ellas me servía

probé con vendaval arroyo tedio
vislumbre maderamen injusticia
besos de lengua árbol hemorragia
memoria cueva patriarcado hambruna
palabras que otras veces me sirvieron
para encender el fuego o apagarlo

tuve que descansar de tanta búsqueda
la mente en blanco y el papel sin nada
afuera muy afuera sonó un piano
y después un violín que maravilla

sentí en el corazón una punzada
y era un dolor dulcísimo / una pascua
algo estaba cambiando en lo imposible
desde el lacónico papel en blanco
una palabra
vida
me miraba.

viernes, noviembre 06, 2020

Mi madre me contó - Piotr Matywiecki

mi madre me contó
que cuando me trajo al mundo
en 1943
en un hospital del lado ario
sólo tenía miedo de una cosa:
de que el dolor le hiciera perder el control
y empezara a gritar
en yidish
quizá por eso nunca
oí que mi madre
dijera nada interesante
excepto esta historia

domingo, octubre 11, 2020

Canción del levantado - Enrique Falcón

No adoptes nunca el nombre que te dé la policía
No acerques tu caricia a la piel del invasor
No comas de su trigo, no bebas más su leche
No dejes que tu alberca la vuelvan lodazal

No esperes casi nada de su magistratura
No reces en su lengua, no bailes con sus ropas
No pierdas nunca el agua que duerme a los guardianes
Ni alojes en su boca la sal de tu estupor

No guardes en el sótano más bombas incendiarias
No firmes con tu letra los presagios del poder
No tiendas más cadáveres en la comisaría
No esperes nunca nada de la voz del ataúd

No entregues tu camisa a ninguno de sus bancos
Ni viertas en tu vientre el pozal de una bandera

No lleves a tu amigo a los pies del impostor

No dejes que su lengua fructifique tras tu casa

No permitas a tus hijos,
nunca dejes a tus hijos
esconderse en su jardín.

sábado, agosto 15, 2020

Desafío - Mahmud Darwich

Átenme
prohíbanme los libros
los cigarros
obstruyan mi boca con arena
la poesía es sangre
el agua de los ojos
se imprime con las uñas
las órbitas
las cuchillas
La clamaré en la cárcel
en el baño
en la cantera
bajo el látigo
la violencia de las cadenas
Un millón de pájaros
sobre las ramas de mi corazón
inventan el himno combatiente.

viernes, julio 17, 2020

Ella - Juano Villafañe

Ella podía enamorarse a las tres de la tarde
salir con su blusa al mundo
o mirarse al espejo.
Ella era esbelta
difícilmente esbelta
más próxima al amor que a los objetos.

Ella podía abandonar el dolor
salir una mañana
terminar agotada
y agotarme.

Ella podía darse vuelta sobre sí
abrir la puerta
contemplarme.

Por eso es preciso beber, olvidar, dormirme,
alcanzar de nuevo este silencio.

domingo, mayo 24, 2020

4 - Eduardo Vardé

Mañana llevaré toda mi ropa 
a la lavandería:
las medias, el bóxer,
la tanga que olvidaste,
mi piel.

Y leeré a Eagletón
mientras espere
que el tiempo redondee
esta desnudez.

Haré mis últimos "no, no"
al compás del lavarropas
como si fueran versos
de baja espuma.

Me vestiré de mí 
con otro perfume
y, como el día de tu adiós,
saldré por adelante,
pero con otra elegancia.

martes, mayo 12, 2020

3 - Orlando Van Bredam

Dice mi madre que mi padre era
la fiesta rubia y los ojos cálidos.
Su cara era una patria de sonrisas,
una avenida de banderas altas.

No conoció otro rumbo que el trabajo
y tiene aún las manos escarchadas
de sostener un sulky en la tormenta,
de avanzar entre arboledas flacas
desafiando las agujas del invierno.
Era rural y extenso como un viento
precipitado y calmo, dulce y fuerte.
Había heredado ecos de aquel Flandes
(su abuela Margaret, su abuelo Edmundo)
apenas la sustancia y la torpeza
de aquellos campesinos ingeniosos,
un rastro de otras luchas y otra gente,
monedas del exilio, alcancía
donde la especie guarda lo que siembra.
A veces, 
con mi madre
recordamos
la decidida fuerza de mi padre, 
su otoño arrepentido entre las cejas,
la levedad del grito, la osadía, 
su corazón tan ancho, tan logrado, 
que un día no fue más su corazón, 
se disolvió en la lluvia
y se extendió en azúcar generoso,
reapareció en la frente de algún hijo, 
bailó su vals, fugaz y divertido
y se sentó codo a codo a nuestra mesa


jueves, abril 30, 2020

Bizancio - Ray Bradbury

Yo no vengo de Bizancio
sino de un tiempo y un lugar distintos
cuya sencilla raza era franca y probada;
de niño
me dejé caer en Illinois.
Nombre sin amor ni gracia
era Waukegan; de allí vengo y no, buenos amigos, de Bizancio.
Y mirando atrás, con todo, veo,
desde lo alto del árbol más lejano,
una tierra que brilla,
tan azul y tan amada
como la más cierta que Yeats pudo haber soñado.
Así crecimos con la muerte mítica
acercando la cuchara a nuestro pan
para derramar mermelada de dioses
sobre la umbría manteca pretendiendo,
así era el cielo aquel,
que tocábamos los muslos de Venus...
Mientras en el porche, sereno,
sabia la voz, oro puro la mirada,
mi abuelo, verdadero mito,
superaba las concepciones de Platón,
mientras la abuela en su hamaca
remendaba la enredada manga del cuidado
y tejía raras, relucientes nieves de crochet
que refrescaban la noche de verano.
Y los tíos, juntos todos en humo,
disfrazaban de chistes su sabiduría,
Y las tías, sabias como vírgenes de Delfos,
dispensaban limonadas proféticas
a niños que se hincaban como acólitos
en un porche griego en noches de verano;
luego se iban a la cama, donde se arrepentían
de las maldades de los inocentes;
como zumbido de mosquitos, los pecados
les hablaban, noche a noche y año a año,
no de Waukegan o de lllinois
sino de un sol y un cielo más risueños.
Cierto que nuestro destino era mediocre
y la Mayor no tan brillante como la de Yeats;
pero nos conocíamos muy bien. ¿El resultado?
Bizancio.
Bizancio.

martes, abril 21, 2020

Nací para poeta o para muerto - Gloria Fuertes

Nací para poeta o para muerto,
escogí lo difícil
—supervivo de todos los naufragios—,
y sigo con mis versos,
vivita y coleando.

Nací para puta o payaso,
escogí lo difícil
—hacer reír a los clientes desahuciados—,
y sigo con mis trucos,
sacando una paloma del refajo.

Nací para nada o soldado,
y escogí lo difícil
—no ser apenas nada en el tablado—,
y sigo entre fusiles y pistolas
sin mancharme las manos.

sábado, enero 25, 2020

Verano del 65 - Gustavo Borga

Tengo cinco años

Me estoy bañando
en una pileta de lona
que me regaló
el niñito dios

Mi madre me dice
Gustavo salí que es tarde

Me lo repite tres veces

Yo me quedo jugando
en el agua

Se sienta en una silla
a diez metros

y espera

Cuando salgo
me da una gran paliza

Tendría que haberme
quedado en el agua

Toda mi vida dentro
de una pelopincho

Hubiera sido hermoso

sábado, septiembre 28, 2019

Mi padre no me enseñó - Emilio Baszo

Mi padre no me enseñó
a ser hombre
no me habló de sexo
de respeto ni de qué es una vocación
No me miraba seguido a los ojos
buscaba el amor de las manos
acariciar mi pelo
agarrar el dedo del pie
durante muchos años fuimos
enemigos declarados
pensábamos distinto
mi mundo y el suyo eran diametralmente
opuestos
yo lo odiaba
él me cuidaba, desde lejos
cómo había aprendido de su padre
Me llevó a karate, inglés y voley
él nunca practicó deportes
ni hablo otra lengua
en casa silbaba mucho
y cantaba Mi buenos Aires querido
imitaba pésimo a Gardel
Nunca lo vi bailar ni llorar
eso me parece extraño
y hasta se lo reprocho

el fruto reclama del árbol:
Eh tu porque no me enseñaste a madurar?

Pero hay un tiempo para todo
y en algunos días
encuentro su risa saliendo de mi boca
como un rayo que parpadea antes de la tormenta

La desaparición de una familia - Juan Luis Martínez

1. Antes que su hija de 5 años
se extraviara entre el comedor y la cocina,
él le había advertido: “-Esta casa no es grande ni pequeña,
pero al menor descuido se borrarán las señales de ruta
y de esta vida al fin, habrás perdido toda esperanza”.

2. Antes que su hijo de 10 años se extraviara
entre la sala de baño y el cuarto de los juguetes,
él le había advertido: “-Esta, la casa en que vives,
no es ancha ni delgada: sólo delgada como un cabello
y ancha tal vez como la aurora,
pero al menor descuido olvidarás las señales de ruta
y de esta vida al fin, habrás perdido toda esperanza”.

3. Antes que “Musch” y “Gurba”, los gatos de la casa,
desaparecieran en el living
entre unos almohadones y un Buddha de porcelana,
él les había advertido:
“-Esta casa que hemos compartido durante tantos años
es bajita como el suelo y tan alta o más que el cielo,
pero, estad vigilantes
porque al menor descuido confundiréis las señales de ruta
y de esta vida al fin, habréis perdido toda esperanza”.

4. Antes que “Sogol”, su pequeño fox-terrier, desapareciera
en el séptimo peldaño de la escalera hacia el 2º piso,
él le había dicho: “-Cuidado viejo camarada mío,
por las ventanas de esta casa entra el tiempo,
por las puertas sale el espacio;
al menor descuido ya no escucharás las señales de ruta
y de esta vida al fin, habrás perdido toda esperanza”.

5. Ese último día, antes que él mismo se extraviara
entre el desayuno y la hora del té,
advirtió para sus adentros:
“-Ahora que el tiempo se ha muerto
y el espacio agoniza en la cama de mi mujer,
desearía decir a los próximos que vienen,
que en esta casa miserable
nunca hubo ruta ni señal alguna
y de esta vida al fin, he perdido toda esperanza”.

lunes, agosto 12, 2019

Bingo - Lourdes Ramognino

Dos besos al uno,
después de risas nerviosas,
de que te sonaras los mocos,
de que no me maquillara.

Cero besos al dos. 
Muchos cafés 
y poco contacto.
Me quedé anonadada, 
aturdida. 

Dos besos al tres. 
Al principio y al final, 
y en el medio, 
un abrazo de veinte minutos. 

Un beso al cuatro, 
en un bondi a ochenta por hora,
después de que me dijeras: 
“dejémoslo acá”. 

Parate. Paro nacional. 

Dos besos al cinco y al cuello,
contra la pared del cine.
Tu sorpresa y ablande.
Mi sonrisa pícara.
En Ramón Carrillo
nos gritaron
que aflojáramos.

Muchos más cariños al seis. Muchos. 
Qué rico el Invictus. 
Se me pegó al pelo. 

Puntos múltiples de contacto al siete, 
después de que me alejaras al saludarte
y cambiaras los planes.

Al ocho, de la mano. 
Tu mano tensa. 
Fuera mano.

En el nueve, mi necedad.
Mi ceguera.
Tus “no sé, por eso”.
*Ningún no sé debe conducir a conclusiones*
Tus palabras inertes, verborrágicas
mientras te acaricio la barba.
Las letras bañadas de miel.
La noche más fría de todo el año.
El temblor y tu abrazo abrigador.
¿Ya dije mi ceguera?

Al diez no llegué. 

No me dejaste.

Una hora y cuarto de viaje. 

Trescientas
cuarenta
y
tres
lágrimas
en
el
343.

sábado, mayo 25, 2019

El romance del chulo viejo y Pepe Bombón - Daniel Salzano

Medias de seda, sombra de barba, hombre y mujer
Pepe Bombón imita a Sandro y a Luis Miguel
Las cuatro y media, hora maldita del cabaret
Whisky de Banfield, polvos tallados con la Gillette
El punto fuerte de la actuación de Pepe Bombón
Comienza cuando, como en los circos, suena un tambor
Medias de seda, sombra de barba, hombre y mujer
El arte excelso de hacer dibujos con el bretel
Sus pechos caen como melones de exposición
Sombra de barba, pechos de yegua, voz de varón
El show termina, no aplaude nadie en el cabaret
Él agradece tirando besos a la pared
Poco más tarde frente al espejo en el camarín
Se va buscando detrás del rimel y del carmín
En el vestuario de los artistas de variedades
Trazan sus mapas, llenas de penas, las humedades
Con viento en contra sale a la calle del cabaret
Tiene unas cuadras de noche espesa hasta el hotel
Le gritan: Loca, mariconazo Pepe Bombón
Sombra de barba, pechos de yegua, voz de varón
Él no responde, canta y camina hacia el hotel
Imita a Sandro, a Lola Flores y a Luis Miguel
Si no estuviera moviendo el culo tan concentrado
Advertiría rondar la muerte por todos lados
Un chulo viejo con el que tuvo una relación
Lo está esperando bajo las hiedras del paredón
No se sorprende, no se defiende, no pide ayuda
Lo supo siempre, que nadie tenga la menor duda
Escucha aplausos que se diluyen desde muy lejos
Mientras el Chulo le corta el cuello con un espejo
Las cuatro y media no es buena hora para el cuartel
La policía no tiene ganas de ir al hotel
Irán mañana cuando las luces les dejen ver
Como es de cerca la barba dura de una mujer.

sábado, julio 28, 2018

Leí un libro hace mucho - Rogelio Oscar Retuerto

Leí un libro hace mucho,
ya hace tiempo,
cuando vivía con Ayelén en un local de Tesei.
Sí,
un local.
No un depto,
no un casa,
ni siquiera un cuarto;
un local que convertimos en nuestro lugar en el mundo.
Leí un libro,
se llamaba “A visit from the goon Squad”
Es un libro de Egan,
de Jennifer Egan.
Allí un personaje
cuyo nombre no recuerdo
(en esos días,
cuando Ayelén no me veía,
me quedaba de más en el local
y tomaba:
un gancia
o un fernet.
Yo sentía que la estaba perdiendo,
que se derretía como una vela
en la noche tardía,
que a la mañana ya no iba a encontrarla.
Por eso tomaba
Por eso escapaba
Ella me dijo “vos siempre escapando”
Ella me leía
como si yo fuera un libro)
cuando tomo, recuerdo las historias,
las escenas
con lujos de detalles,
los autores y sus vidas,
pero olvido el nombre de los personajes.
Este personaje decía
“El tiempo es un chabón que te caga a trompadas”
En realidad decía “El tiempo es un patotero”,
pero no conozco a ningún patotero
que no te cague a trompadas.
Y entendí a la vida de esa manera:
como el personaje de Jennifer Egan;
Y vi al mundo convertido en un ring:
en la esquina azul nosotros,
en la roja el tiempo.
Y vi a la vida convertida en un round de tres minutos,
de tan solo tres minutos,
aunque hay que aguantar tres minuto en un ring.
Y sentí los golpes,
los de la infancia,
los de la adolescencia,
los de la juventud,
y sentí la lona
golpeando en mi cara
y el grito de la gente,
el clamor de la leonera,
los puños en alto,
las bocas abiertas
escupiendo saliva,
y el tiempo salticando
en la otra esquina,
esperando que me levante para cagarme a trompadas,
y el referee que se hace el boludo,
que acelera la cuenta,
y la desesperación por levantarme
y ponerme de pie
y de nuevo los golpes
en la cara,
en los ojos,
los labios que se parten,
los parpados que se inyectan en sangre,
la mandíbula que afloja,
y de nuevo caer
y de nuevo los gritos
y la gente que aclama
y alguien que pide
“¡matalo!”
y ponerme de pie
y mirar el reloj
y ver cuando falta.
Yo no quiero que así sea la vida,
no quiero una vida con tiempo,
no quiero levantarme si ya no quiero seguir,
no quiero los tres minutos.
Quiero bajarme del ring
y que suba el que sigue,
pero no quiero irme en ese instante.
Quiero alejarme por las calles,
no sé si siendo este
o tan solo un recuerdo,
sentir el clamor
de la turba que grita
cada vez más lejano,
cada vez más tenue,
meter las manos en los bolsillos
e irme silbando.
No quiero los tres minutos,
ni ese ring,
ni el clamor de esa gente.
Quiero llegar a Tesei,
al local que convertimos en refugio con Ayelen,
sentarme en un rincón
y oler su recuerdo.
Quiero que en ese instante
suene la campana.

lunes, abril 09, 2018

Twilight - Francisco Bendezú

A Mercedes

Yo soy el granizo
que entra aullando
por tu pecho desquiciado.

Soy tu boca.

Yo atesoré a ras del sueño,
debajo de las horas,
el latido de tus pasos por el polvo de Santiago,
y tu densa fragancia de magnolia,
y tu lenta cabellera
con perfil de éxtasis o algas,
y el ardor fulmíneo de tus ojos, que de noche,
como naves sobre el mar,
la bruma iluminaban.

Como guijarros de playa,
o nostálgicos boletos entre cintas y violetas olvidados,
enterré en mi corazón la línea de tu frente,
la piedra gastada de tus codos, tus sílabas nocturnas,
el fulgor de tus uñas, tus sonrisas,
la loca luz de tus sienes.
¿No sientes trasminar mi dolor a travéz de tu cuchara?
Mi memoria quedó tal vez en ti
como las ediciones vespertinas
en las bancas de los parques desahuciadas.

Tu sombra es mi tintero.
Juventud.
¡Juventud mía!
¿Qué tumbos socavaron
la torre más alta de mi vida?

¡No habrá nunca
hilo más puro

que tu larga mirada
desde lo alto de las escaleras,
ni lampo de cometa comparable
a la curva nevada de tus dientes!
Cantaba la mañana
en las pálidas cortinas y la hierba.
El tiempo cintilaba en tus vidrieras
como sólo una vez el tiempo parpadea.
Ya no estás entre las flores. Ni volverás
jamás a estarlo. ¿Qué tu amor sino labios
que escrituras en el viento fueron?

¡Yo quiero que me digan
si el amor, como los pájaros,
se va a morir al cielo!

Me acuerdo de una noche de trenzas y peldaños,
y óxido, y collares,
me acuerdo, como ayer, de lo futuro.

¡Quiero acuñar, como el otoño,
medallas en las calles,
o beberme llorando tu ausencia en los teléfonos,
o correr, correr a ciegas por
los tejados de todas las ciudades
hasta perderme para siempre o encontrarte!

¡Otra vuelta estar contigo!
Oh día de verano
extraviado en alta mar
como una mariposa!
Contra el flujo incoercible de los años
los días, uno a uno,
absurdamente buscan tu lámpara en las sombras,
no la penumbra, no el espejo de la muerte,
sino el cristal de la esperanza:
tu ventana que sólo está en la Tierra.

¡Aspersiones de ceniza para tu boca cerrada!
Otra vez tengo veinte años, y sonámbulo, y en llanto
a la puerta de tu casa estoy llamando,
al pie de tu reja, como antaño,
bajo la lluvia sin telón ni máscaras ni agua.
¡Oh zumbantes calendarios
que en vano el cierzo,
como a encinas,
deshojara!

¡No me digas que te quise! Te quiero.
Te debía este lamento, y aunque un grito
mi sangre apenas sea,
también te lo debía: un solo interminable
de un corazón en las tinieblas.

Poema de Miguel Idelfonso

Qué es el amor
sino una oscura esperanza
y viajar en este transporte celestial
me da cierta desolación
como los rostros que sentados
como yo miran a los rostros allá afuera
que entran y salen de las tiendas
manos que desean agarrarse
porque todo se mueve
el ruido el cosmos el corazón
y yo no quiero caer en la tristeza
como tantas veces
me apuro a acogerme al verde del grass
que a lo largo de la cervecería
pone algo de certeza a la poesía
ese grass que cubre a los amigos muertos
poetas con quienes me embriagué en esta ciudad
que ahora pretende otra vez expulsarme
o quizás no sea solo el grass
sino el libro de Bukowski
traducido por Hanz Polilla
¿dónde estará Hanz?
porque al final viene un texto
de Ricardo K.
también lo conocí
y bebíamos varias botellas
y se quiso morir como Luchito Hernández
y lo logró
la muerte se posesiona en este viaje a Los Ángeles
es como el bajón del amor
una responsabilidad con Dios
sentir su poder
y no dejar de pensar en Carlos
en Juan en José en Elí
en Rodolfo en todos
en la forma en que se ama cuando se muere
en la forma en que se vive
cuando no hay forma de entender la muerte
las ruinas de Puruchuco aquí
los niños hechos del barro viejo
que se quedó mudo
las ruinas crecerán y los niños crecerán
y en cada lápida escribiré mi nombre
para no olvidar que fui niño
que soy barro
que siento el brazo de la muchacha
sentada a mi lado
y que el libro que leía se quedará
en Los Ángeles
porque es de noche en los ojos de los perros
las luces de los hostales
ya están encendidas: habitaciones de 15-20-25
solo el amor trabaja
porque es 1 de mayo
veo el foco rojo en un segundo piso
es el amor
pienso otra vez en el amor
pero llego a Los Ángeles
y tengo que bajar
piso firme
hace un poco de frío
me saco una legaña
nace Dios

Bajo los ojos del amor - Gabriel Sologuren

Aún eres tú en medio de una incesante cascada
de esmeraldas y de sombras, como una larga
palabra de amor, como una pérdida total.

Aún eres tú quien me tiene a sus pies
como una blanca cadena de relámpagos,
como una estatua en el mar, como una rosa
deshecha en cortos sueños de nieve y sombras,
como un ardiente abrazo de perfumes en el centro del mundo.

Aún eres tú como una rueda de dulces tinieblas
agitándome el corazón con su música profunda,
como una mirada que enciende callados remolinos
bajo las plumas del cielo, como la yerba de oro
de una trémula estrella, como la lluvia en el mar,
como relámpagos furtivos y vientos inmensos en el mar.

En el vacío de un alma donde la nieve descarga
en una ventana hecha con los resonantes emblemas del otoño,
como una aurora en la noche, como un alto puñado de flechas
del más alto silencio aún eres tú, aún es tu reino.

Como un hermoso cuerpo que baña la memoria,
como un hermoso cuerpo sembrado de soledad y mariposas,
como una levantada columna con el tiempo a solas,
como un torso cálido y sonoro, como unos ojos
donde galopa a ciegas mi destino y el canto es fuego,
fuego la constelación que desata en nuestros labios
la gota más pura del fuego del amor y de la noche,
la quemante palabra en que fluye el amor, aún.

Yegua es la hembra del caballo - José Antonio Mazzotti

(después de una lectura de R. Jakobson)

Yegua es la hembra del caballo y yegua
es mi mujer impronunciable por el resto de mis días, la frescura
de su sudor y de sus patas duras como un diente
y el lomo en que cabalgo rodeado de metrallas y sirenas anunciando un bombardeo.
Yegua es la hembra del caballo y yegua es mi mujer
de suave relincho a cien violines cuatro flautas dos trompetas
y un músico olvidado y legañoso / a media barba /
y noches de terrible claridad.
Ella se mueve por los parques hinchando sus ancas
(yo hincho mis pulmones)
salta y patea y no conoce a los flemáticos
desnuda una sonrisa / como quien abre una bolsa de arroz
sabe y no sabe siente y no siente grita y no grita
y esparce el arroz entre los novios.
Yegua es la hembra del caballo y yegua es mi mujer impronunciable
divina metalengua que pronuncio y no decoro
y salto y pateo y relincho y ya no sigo
sé que ella viene como un pasto dulce a perdonarme estas palabras

Elogio del amor - Oscar Málaga

Darling, you are wonderful tonight
Eric Clapton

Nadie puede escapar, nos sujeta un sueño.
Los hombres somos tristes, siempre estamos llenos de propósitos.
De eso se trata, susurrar tu nombre hasta que el mundo esté helado.
No es bueno dormir con el televisor encendido.
Es inquietante pero los cuerpos siempre sonríen.
Me voy a quedar mucho tiempo contigo.
Como una enfermedad que no conoce la muerte.
Quemo la sombra de todas mis palabras sobre la lejanía de tu mejilla.
Antes de enmudecer te escribo este poema.
Que se vaya tu amor, tu locura, tu luz, tu espalda plateada.
Que todas esas verdades se escondan ciegas y desnudas
bajo estas palabras que no tienen estribor ni babor.
Que sean las orillas húmedas y silenciosas
adonde retorne cada noche a esperar mi nacimiento.
No intentes liberarte.
No se sopla un sueño como una hoja el viento del otoño.
Llegué a ti cruzando un bosque.
Imaginé un claro, una fuente, una cabaña, un jardín.
Lo permitido a las aves no lo está a los hombres.
Tus ojos siguieron tristes. Tu extraña mueca helada.
Pero sucede que los campos de fresas están en flor.
Aúllo buscando mi propio rebaño.
Me gustaría poner un poco de orden en mi poesía.
Chica, estuviste maravillosa esta noche.

Poema de Mario Montalvetti

Ya no te quiero, pequeña
Ya no te quiero, pequeña
ahora amo a los caballos.

Mañana amaré a las islas
y pasado será alguna ave.

(Tal vez en tres años
te vuelva a amar).

Y luego serán las vacas
pintas y luego serán
los minerales —tú sabes, el
cobre, el hierro, el—
y luego serán las ciudades
(alguna que otra jirafa)
y luego los puentes.

Antes un arcoíris que amarte, pequeña,
ya no te quiero
ahora amo a una mujer
que disuelve sus cuerpos
en las lluvias del otoño
iluminada/ anudada/ inundada
por el neón brillante
del poste de alumbrado público.

(Oh pequeña)
ya no (te quiero
Oh mujer)
ya no te quiero

sólo amo a las calles que me alientan
hacia la noche mientras la noche
ya no es noche sino mar y el mar
tumba de sonámbulos océanos, licor.

Poema de Martín Adán

Mi primer amor tenía doce años y las uñas negras. Mi alma rusa de entonces, en aquel pueblecito de once mil almas y cura publicista, amparó la soledad de la muchacha más fea con un amor grave, social, sombrío, que era como una penumbra de sesión de congreso internacional obrero. Mi amor era vasto, oscuro, lento, con barbas, anteojos y carteras, con incidentes súbitos, con doce idiomas, con acecho de la policía, con problemas de muchos lados. Ella me decía, al ponerse en sexo: Eres un socialista. Y su almita de educanda de monjas europeas se abría como un devocionario íntimo por la parte que trata del pecado mortal.

Mi primer amor se iba de mí, espantada de mi socialismo y mi tontería. “No vayan a ser todos socialistas…”. y ella se prometió darse al primer cristiano viejo que pasara, aunque éste no llegara a los doce años. Sólo ya, me aparté de los problemas sumos y me enamoré verdaderamente de mi primer amor. Sentí una necesidad agónica, toxicomaníaca, de inhalar, hasta reventarme los pulmones, el olor de ella; olor de escuelita, de tinta china, de encierro, de sol en el patio, de papel del estado, de anilina, de tocuyo vestido a flor de piel –olor de la tinta china, flaco y negro–, casi un tiralíneas de ébano, fantasma de vacaciones… Y esto era mi primer amor.

Mi segundo amor tenía quince años de edad. Una llorona con la dentadura perdida, con trenzas de cáñamo, con pecas en todo el cuerpo, sin familia, sin ideas, demasiado futura, excesivamente femenina… Fui rival de un muñeco de trapo y celuloide que no hacía sino reírse de mí con una bocaza pilluela y estúpida. Tuve que entender un sinfín de cosas perfectamente ininteligibles. Tuve que decir un sinfín de cosas perfectamente indecibles. Tuve que salir bien en los exámenes, con veinte –nota sospechosa, vergonzona, ridícula: una gallina delante de un huevo–. Tuve que verla a ella mimar a sus muñecas. Tuve que oírla llorar por mí. Tuve que chupar caramelos de todos los colores y sabores. Mi segundo amor me abandonó como en un tango: Un malevo…

Mi tercer amor tenía los ojos lindos, y las piernas muy coquetas, casi cocotas. Hubo que leer a Fray Luis de León y a Carolina Ivernizzio. Peregrina muchacha… no sé por qué se enamoró de mí. Me consolé de su decisión irrevocable de ser amiga mía después de haber sido casi mi amante, con las doce faltas de ortografía de su última carta.

Mi cuarto amor fue Catita.

Mi quinto amor fue una muchacha sucia con quien pequé casi en la noche, casi en el mar. El recuerdo de ella huele como ella olía, a sombra de cinema, a perro mojado, a ropa interior, a repostería, a pan caliente, olores superpuestos y, en sí mismos, individualmente, casi desagradables, como las capas de las tortas, jengibre, merengue, etcétera. La suma de olores hacía de ella una verdadera tentación de seminarista. Sucia, sucia, sucia… Mi primer pecado mortal.

Canto villano - Blanca Varela

y de pronto la vida
en mi plato de pobre
un magro trozo de celeste cerdo
aquí en mi plato
observarme
observarte
o matar una mosca sin malicia
aniquilar la luz
o hacerla
hacerla
como quien abre los ojos y elige
un cielo rebosante
en el plato vacío
rubens cebollas lágrimas
más rubens más cebollas
más lágrimas
tantas historias
negros indigeribles milagros
y la estrella de oriente
emparedada
y el hueso del amor
tan roído y tan duro
brillando en otro plato
este hambre propio
existe
es la gana del alma
que es el cuerpo
es la rosa de grasa
que envejece
en su cielo de carne
mea culpa ojo turbio
mea culpa negro bocado
mea culpa divina náusea
no hay otro aquí
en este plato vacío
sino yo
devorando mis ojos
y los tuyos

Datzibao - Enrique Verástegui

De pronto perdí todo contacto contigo.
Ya no pude llegar al teléfono, recordar ese número y llegar a tu casa que no conocí.
Ya no pude volar sobre ti como todos los días a las tres de la tarde estas pobres alas no dieron más
y aquí me tienes ideando estas líneas que reflejan mis ojos cansados de ir caminando con la mente y las manos repletas de yerba.
Yo fui el primer sorprendido.
La extrañeza de ser dos aves hurgándose el pecho y corriendo uno detrás del otro entre las matas y bancas del parque
y éramos arrojados fuera de nosotros mismos y por esto fue que conocí tu ciudad
y me apreté contra ti buscando desesperadamente encontrarme en tus ojos y amé todas tus cosas
y tu mirada angustiada y esa seriedad para responderme a ciertas preguntas y cuestiones que nos diferenciaron para siempre de las personas nacidas antes de 1950
tu maravilloso instinto agresivo desarrollado contra los males del tiempo y portándote como en la más furiosa embestida
en la batalla por un lugar en el taxi que nos alejó miles de cuadras más cerca de la pasión de la vida
hoy miércoles y no otro día.
Porque ya es hora de ir poniendo las cosas en claro y más que nada empezar a ser uno mismo
un solo obstinado bloque de rabia.
tú por todo lo que para mí reflejabas lo más claro eres mi sopor antes de echarte a gritar por estos sitios malditos
aún después de haber transformado esa palabrita bestialmente lúcida en una flor obsesiva
que yo no quiero acariciar ni comprender el suicidio mi amiga es una espera maldita.
Como puede ser aguantarnos un par de horas más en el parque en medio de un viento furioso que pugna por arrancar de raíz lo más nuestro de nosotros
y tú junto a mí convertida en mi aliento escuchándote aprendiendo de ti a la Molina no voy más esa canción negra arde en mi pecho, me aplasta, levanta, avienta a decir no contra todo.
Cada uno recuerda su primera caída.
Cada uno recuerda paso por paso los pasos que fue dando y los que no dio porque en uno mismo está el propio enemigo.
Y yo me levanto para luchar contra mí – y me tengo miedo.
Lo perfecto consiste en desabotonarnos el torso mientras vamos salvajemente penetrando en esta selva de arenas movedizas
y tu vida o mi vida no ruedan como esas naranjas plásticas que eludimos porque tú y yo somos carne
y nada más que un fuego incendiando este verano.
La vida se abre como un sexo caliente bajo el roce de dedos reventando millares de hojas tiernas y húmedas,
y no dijimos nada pero exigíamos a gritos destruir la ciudad, esta ciudad ese monstruo sombrío escapado de la mitología
devorador de sueños.
Y el musgo creció como un verso clarísimo en tus ojos.
tú querías leer mis poemas aferrarte a ese instante de dulzura donde jamás hubo límites entre uno y otro ser
y fuiste sólo una muchacha que pasó por mis ojos silenciosamente pegada a mí a mi secreta manera de enredarme en las cosas de explicar un mundo indeciso sembrado con piedras
yo que creí que nada era nada en cualquier lugar de este mundo
y de pronto me di con tus sueños como con un golpe de mar sobre el rostro
y luego adiós porque todo y nada puede explicarse en el amor y porque todo y nada se explica en nosotros y con nosotros.

Nocturno de Vermont - César Calvo

Me han contado también que allá las noches
tienen ojos azules
y lavan sus cabellos en ginebra.

¿Es cierto que allá en Vermont, cuando sueñas,
el silencio es un viento de jazz sobre la hierba?

¿Y es cierto que allá en Vermont los geranios
inclinan al crepúsculo,
y en tu voz, a la hora de mi nombre,
en tu voz, las tristezas?

O tal vez, desde Vermont enjoyado de otoño,
besada tarde a tarde por un idioma pálido
sumerges en olvido la cabeza.
Porque en barcos de nieve, diariamente,
tus cartas
no me llegan.
Y como el prisionero que sostiene
con su frente lejana
las estrellas:
chamuscadas las manos, diariamente
te busco entre la niebla.

Ni el galope del mar; atrás quedaron
inmóviles sus cascos de diamante en la arena.

Pero un viento más bello
amanece en mi cuarto,
un viento más cargado de naufragios que el mar.

(Qué luna inalcanzable
desmadejan tus manos
en tanto el tiempo temporal golpeando
como una puerta de silencio suena.)

Desde el viento te escribo.
Y es cual si navegaran mis palabras
en los frascos de nácar que los sobrevivientes
encargan al vaivén de las sirenas.

A lo lejos escucho
el estrujado celofán del río
bajar por la ladera.
(un silencio de jazz sobre la hierba.)

Y pregunto y pregunto:
¿Es cierto que allá en Vermont
las noches tienen ojos azules
y lavan sus cabellos en ginebra?

¿Es cierto que allá en Vermont los geranios
otoñan las tristezas?

¿Es cierto que allá en Vermont es agosto
y en este mar, ausencia…?

Para hacer el amor - Antonio Cisneros

Para hacer el amor
debe evitarse un sol muy fuerte sobre los ojos de la muchacha
tampoco es buena la sombra si el lomo del amante se achicharra
para hacer el amor.
Los pastos húmedos son mejores que los pastos amarillos
pero la arena gruesa es mejor todavía.
Ni junto a las colinas porque el suelo es rocoso ni cerca
de las aguas.
Poco reino es la cama para este buen amor.
Limpios los cuerpos han de ser como una gran pradera:
que ningún valle o monte quede oculto y los amantes
podrán holgarse en todos sus caminos.
La oscuridad no guarda el buen amor.
El cielo debe ser azul y amable, limpio y redondo como un techo
y entonces
la muchacha no vera el Dedo de Dios.
Los cuerpos discretos pero nunca en reposo,
los pulmones abiertos,
las frases cortas.
Es difícil hacer el amor pero se aprende.

sábado, octubre 14, 2017

Cueca de la palabra muerte- Rogelio Ramos Signes

Yo era el que hacía los paquetes.
Yo era el que (cuando la canción decía
“suelta el remo y ven a mis brazos”)
gritaba “que te quiero degollar”.
Yo era un argentinito típico
disfrazado de charro en las fiestas escolares
/ un mocolillo
/ un matuasto (zum zum) en medio de la siesta.
Yo era el que entraba al baño de las niñas
preguntando “¿Quién vive?”
/ el inspector González
/ el inglés de los güesos.
Yo era César El Capitán Sin Miedo (pero con miedo)
/ el primer Emotivo Anónimo de esta sociedad de consumo
/ el niño Bidú / el último de los Vargas.
En las noches de luna intensa
todavía
suelo armar paquetes que nada contienen
mientras esa gata en celo corre sobre los techos.
El olor profundo de la Hierba Luisa
penetra en mi almohada
como la palabra “muerte”
(como la palabra “fogueira”)
en un romance gótico
donde la doncella languidece y desmaya.
Por lo demás (depresivo y errático)
sigo siendo un argentino típico,
un español sin mezcla / sin calma
custodiando la fuente
donde la muchacha ciega y el monstruo conversan.

martes, agosto 29, 2017

Letanía de ganancias bélicas - Allen Ginsberg

Para Ezra Pound

Estos son los nombres de las compañías que han hecho
dinero en esta guerra
milnovecientossesentaiocho Annodomini cuatrocientos
ochenta hebráico
Estas son las Corporaciones que se han beneficiado del comercio
con fósforo que arde en la piel o de ojivas fragmentadas
en miles de punzantes agujas
y aquí enlistados los millones ganados por cada sociedad de
manufactura
y aquí las ganancias numeradas, inventariadas desde hace una década
puestas en orden
aquí nombrados los Padres en oficinas de las industrias, teléfonos,
dirigiendo finanzas
nombres de directores, hacedores de destinos y los nombres de los
accionistas de estos Agregados destinados,
y aquí están los nombres de sus embajadores en la Capital
representantes ante la legislatura, esos que se sientan bebiendo
en lobbies de hotel para persuadir
y aparte, enlistados, aquellos que dejan caer Anfetaminas con
milicias, chismes, discusiones,
y persuaden sugiriendo políticas, nombrando lenguaje,
proponiendo estrategias,
pagados como embajadores del Pentágono, consultores
militares pagados por su industria:
y estos son los nombres de los generales & capitanes militares,
quienes es sabido trabajan para los que manufacturan la guerra
y sobre éstos, enlistados, los nombres de los bancos, sociedades,
fideicomisos de inversión que controlan estas industrias:
y estos son los nombres de los periódicos propiedad de estos
bancos
y estos son los nombres de las estaciones de radio propiedad de esas
sociedades;
y estos son los números de miles de ciudadanos empleados
por las empresas nombradas;
y el inicio de este recuento es 1958 y en final
1968, que el inactivo sea contenido en una mente ordenada,
coherente y definida,
y el primer formulario de esta letanía comenzó
el primer día de diciembre de
1967 y lleva este poema más allá de estos Estados.

lunes, agosto 21, 2017

Dos ladrones - Lope de Boedo

Hay tres cruces y tres crucificados
en la más alta, al diome, el Nazareno.
En la del wing lloraba el chorro bueno
mangándole el perdón de sus pecados.

Escracho torvo; dientes apretados,
marcaba el otro lunfa el duro freno
del odío, y destilaba su veneno
con el rechifle de los rejugados.

¿No sos hijo de Dios? Dale. Salvate.
Sos el Rey de los Moishes, arranyate.
¿Por qué no te bajás? ¡Dale, che, guiso!

Jesús ni se mosquió. ¡Minga de bola!
Y le dijo al buen chorro: Estate piola
que hoy zarparás conmigo al Paraíso.

jueves, abril 13, 2017

Cristo en la Cruz - Jorge Luis Borges

Cristo en la cruz. Los pies tocan la tierra.
Los tres maderos son de igual altura.
Cristo no está en el medio. Es el tercero.
La negra barba pende sobre el pecho.
El rostro no es el rostro de las láminas.
Es áspero y judío. No lo veo
y seguiré buscándolo hasta el día
último de mis pasos por la tierra.
El hombre quebrantado sufre y calla.
La corona de espinas lo lastima.
No lo alcanza la befa de la plebe
que ha visto su agonía tantas veces.
La suya o la de otro. Da lo mismo.
Cristo en la cruz. Desordenadamente
piensa en el reino que tal vez lo espera,
piensa en una mujer que no fue suya.
No le está dado ver la teología,
la indescifrable Trinidad, los gnósticos,
las catedrales, la navaja de Occam,
la púrpura, la mitra, la liturgia,
la conversión de Guthrum por la espada,
la Inquisición, la sangre de los mártires,
las atroces Cruzadas, Juana de Arco,
el Vaticano que bendice ejércitos.
Sabe que no es un dios y que es un hombre
que muere con el día. No le importa.
Le importa el duro hierro de los clavos.
No es un romano. No es un griego. Gime.
Nos ha dejado espléndidas metáforas
y una doctrina del perdón que puede
anular el pasado. (Esa sentencia
la escribió un irlandés en una cárcel.)
El alma busca el fin, apresurada.
Ha oscurecido un poco. Ya se ha muerto.
Anda una mosca por la carne quieta.
¿De qué puede servirme que aquel hombre
haya sufrido, si yo sufro ahora?


viernes, febrero 03, 2017

Los treinta y tres nombres de Dios - Marguerite Yourcenar

1.
Mar de mañana.

2.
Ruido de la
fuente en
las rocas
sobre las lajas
de piedra.

3.
Viento del mar
la noche,
en una isla.

4.
Abeja.

5.
Vuelo triangular
de los cisnes.

6.
Cordero recién nacido
carnero hermoso
oveja.

7.
El morro
de la vaca
el morro salvaje
del toro.

8.
El morro
paciente del
buey.

9.
El fuego rojo
en el hogar.

10.
El camello
cojo
que atravesó la
gran ciudad atascada
camino a su muerte.

11.
La yerba
El olor a la yerba.

12.
...

13.
La buena tierra
La arena
y la ceniza.

14.
La garza que
esperó toda la
noche, casi helada,
y que al fin
apacigua su
hambre al alba.

15.
El pequeño pez
que agoniza
en la garganta
de la garza.

16.
La mano,
que se pone en
contacto
con las cosas.

17.
La piel, por
toda la superficie
del cuerpo.

18.
La mirada
y aquello que mira.

19.
Las nueve puertas
de la
percepción.

20.
El torno
humano.

21.
El sonido de una
viola o de una
flauta indígena.

22.
Un sorbo
de bebida
fría o
caliente.

23.
El pan.

24.
Las flores
que brotan
de la tierra
en primavera.

25.
Tener sueño
en una cama.

26.
Un ciego
que canta
y un niño
enfermo.

27.
Caballo que
corre
en libertad.

28.
La mujer-
de-los-perros.

29.
Los camellos
que se abrevan
con sus pequeños
en el arduo
guad.

30.
Sol naciente
sobre un lago
aún helado
a medias.

31.
El silencioso
relámpago
El rayo
estrepitoso.

32.
El silencio
entre dos amigos.

33.
La voz que viene
del este,
entra por la oreja
derecha
y enseña un canto.

lunes, enero 30, 2017

Una nota en la nevera - Pedro Ramos

Tienes la cena en el microondas
brécol y algo de carne
ternera
los papeles sobre la mesa
sobras de ayer
de postre, flan de chocolate.

No acuestes tarde a la niña
te dejo la cartilla con el número de cuenta
recuerda que mañana
tiene gimnasia
los papeles del paro y del seguro
el chándal está en el segundo estante
recuerda que se ponga el aparato para dormir
no le leas otra vez el mismo cuento
y no dejes
no dejes que crezca torcida.

No volveré.
Tampoco tarde.



jueves, julio 23, 2015

Juan y María - André Velloso

Ahora yo era el héroe
y mi caballo sólo hablaba inglés
La novia del cowboy
era usted,
además de otras tres.
Yo enfrentaba los batallones,
los alemanes y sus cañones.
Guardaba mi arma
y ensayaba un rock
para la matiné


Ahora yo era el rey,
era el bedel y era también juez.
Y por mi ley
la gente era obligada a ser feliz.
Y usted era la princesa
que yo hice coronar.
Y era tan linda de admirar
que andaba desnuda por mi país


No, no huya, no
finja que ahora yo era su juguete
yo era su peón, 
su mascota preferida.
Si, deme la mano,
que la gente ahora ya no tenga miedo
En el tiempo de maldad
creo que la gente no había nacido.

Ahora era inevitable
que este hacer-de-cuenta terminase así.
Más allá del patio
era una noche que no tenía fin.
Porque usted se hundió en el mundo
sin avisarme
Y ahora yo era un loco preguntando
qué es lo que la vida va a hacer de mí.

lunes, junio 23, 2014

Tractatus de sortilegiis - Oscar Hahn

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En el jardín había unas magnolias curiosísimas, oye,
unas rosas re-raras, oh,
y había un tremendo olor a incesto, a violetas macho,
y un semen volando de picaflor en picaflor.
Entonces entraron las niñas en el jardín,
llenas de lluvia, de cucarachas blancas,
y la mayonesa se cortó en la cocina
y sus muñecas empezaron a menstruar.
Te pillamos in fraganti limpiándote el polen
de la enagua, el néctar de los senos, ves tú?
Alguien viene en puntas de pie, un rumor de pájaros
pisoteados, un esqueleto naciendo entre organzas,
alguien se acercaba en medio de burlas y fresas
y sus cabellos ondearon en el charco
llenos de canas verdes.
Dime, muerta de risa, adónde llevas
ese panal de abejas libidinosas.
Y los claveles comenzaron a madurar brilloso
y las gardenias a eyacular coquetamente, muérete,
con sus durezas y blanduras y patas
y sangre amarilla, aj!
No se pare, no se siente, no hable
con la boca llena
de sangre:
que la sangre sueña con dalias
y las dalias empiezan a sangrar
y las palomas abortan cuervos
y claveles encinta
y unas magnolias curiosísimas, oye,
unas rosas re-raras, oh.

lunes, septiembre 23, 2013

San Martín - Pablo Neruda

Anduve, San Martín, tanto y de sitio en sitio
que descarté tu traje, tus espuelas, sabía
que alguna vez, andando en los caminos
hechos para volver, en los finales
de cordillera, en la pureza
de la intemperie que de ti heredarnos,
nos íbamos a ver de un día a otro.

Cuesta diferenciar entre los nudos
de ceibo, entre raíces,
entre senderos señalar tu rostro,
entre los pájaros distinguir tu mirada,
encontrar en el aire tu existencia.

Eres la tierra que nos diste, un ramo
de cedrón que golpea con su aroma,
que no sabemos dónde está, de dónde
llega su olor de patria a las praderas.
Te galopamos, San Martín, salimos
amaneciendo a recorrer tu cuerpo,
respiramos hectáreas de tu sombra,
hacemos fuego sobre tu estatura.

Eres extenso entre todos los héroes.

Otros fueron de mesa en mesa,
de encrucijada en torbellino,
tú fuiste construido de confines,
y empezamos a ver tu geografía,
tu planicie final, tu territorio.

Mientras mayor el tiempo disemina
como agua eterna los terrones
del rencor, los afilados
hallazgos de la hoguera,
más terreno comprendes, más semillas
de tu tranquilidad pueblan los cerros,
más extensión das a la primavera.

El hombre que construye es luego el humo
de lo que construyó, nadie renace
de su propio brasero consumido:
de su disminución hizo existencia,
cayó cuando no tuvo más que polvo.

Tu abarcaste en la muerte más espacio.

Tu muerte fue un silencio de granero.
Pasó la vida tuya, y otras vidas,
se abrieron puertas, se elevaron muros
y la espiga salió a ser derramada.

San Martín, otros capitanes
fulguran más que tú, llevan bordados
sus pámpanos de sal fosforescentes,
otros hablan aún como cascadas,
pero no hay uno como tú, vestido
de tierra y soledad, de nieve y trébol.
Te encontramos al retornar del río,
te saludamos en la forma agraria
de la Tucumania florida,
y en los caminos, a caballo
te cruzamos corriendo y levantando
tu vestidura, padre polvoriento.

Hoy el sol y la luna, el viento grande
maduran tu linaje, tu sencilla
composición: tu verdad era
verdad de tierra, arenoso amasijo,
estable como el pan, lámina fresca
de greda y cereales, pampa pura.

Y así eres hasta hoy, luna y galope,
estación de soldados, intemperie,
por donde vamos otra vez guerreando,
caminando entre pueblos y llanuras,
estableciendo tu verdad terrestre,
esparciendo tu germen espacioso,
aventando las páginas del trigo.

Así sea, y que no nos acompañe
la paz hasta que entremos
después de los combates, a tu cuerpo
y duerma la medida que tuvimos
en tu extensión de paz germinadora.

lunes, junio 03, 2013

La atristadita - Jorge Ariel Madrazo

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La atristadita que alza contentezas
dándote el maíz que bienmente te apaña.
La ofrecedora de aguas comunales.
La que en broncas pupilas se deshoja
(Vida enhiesta en áurea permanencia)
La que ábrese entera sin rogar a cambio.
La que te da de mamar en la boca
tal energía para el arduo trance.
La que derrama abrojos de lindura
prendiéndose en el alma para un siempre.
La compa amiga amada y tan muy mucho,
la que exprime naranjas a tu paso,
la que torna posible que estés vivo
con el vino y el alma a fuego lento.


sábado, marzo 02, 2013

Dolor de garganta - Javier Krahe

En las antípodas todo es idéntico, / tienen teléfonos, tienen semáforos / con automóviles con sancristóbales, / muchos estómagos están a régimen. / Tienes políticos más bien estúpidos / pero son súbditos muy pusilánimes. / En las antípodas todo es idéntico, / idéntico a lo autóctono.

La problemática es económica / y en lo teórico no son unánimes, / lo hay escépticos, los hay fanáticos, / pero en la práctica no ves apóstatas / sino en los márgenes o con prismáticos. / Y unos on míseros, otros son prósperos, / en las antípodas todo es idéntico, / idéntico a lo autóctono.

Hay mundo artístico con gente excéntrica, / mundo científico con catedráticos / y cuerpo médico y casos clínicos. / La gente rústica puebla las fábricas / y los hipódromos los aristócratas. / Ciertos filósofos sienten escrúpulos. / En las antípodas todo es idéntico, / idéntico a lo autóctono.

Algunos fármacos son ilegítimos / pero hay gran tráfico, lo cual es lógico / porque los réditos son astronómicos / y hay muchas víctimas, hay muchas cárceles. Voces hipócritas piden, coléricas / medidas drásticas, sillas eléctricas. / En las antípodas todo es idéntico, / idéntico a lo autóctono.

Los eclesiásticos desde sus púlpitos / causan catástrofes, y los omnímodos / poderes fácticos hazañas bélicas / y actos vandálicos los energúmenos, / y los pacíficos, actos inútiles. / Entre los lúcidos cunde el desánimo. / En las antípodas todo es idéntico, / idéntico a lo autóctono.

Se dan fenómenos de rara índole: / idéntico a lo autóctono, / madres estériles con partos múltiples, / idéntico a lo autóctono, / problemas étnicos con los indígenas, / idéntico a lo autóctono, / falsas polémicas con los satélites, / idéntico a lo autóctono, / grandes espíritus viven recónditos, / idéntico a lo autóctono, / y hay lodos tóxicos abundantísimos... 

En otros términos que están incómodos. / Pero es fantástico, martes y miércoles, / jueves y sábados, lunes y vísperas, / dan espectáculo con el esférico, / y allí, al unísono, arman escándalo / y es como un bálsamo para sus ánimas. / En las antípodas todo es idéntico, / idéntico a lo autóctono.

martes, enero 01, 2013

Después de las fiestas - Julio Cortázar

Cuando todo el mundo se iba / y nos quedábamos los dos / entre vasos vacíos y ceniceros sucios, qué hermoso era saber que estabas / ahí como un remanso, / sola conmigo al borde de la noche, / y que durabas, eras más que el tiempo, eras la que no se iba / porque una misma almohada / y una misma tibieza / iba a llamarnos otra vez / a despertar al nuevo día, / juntos, riendo, despeinados

lunes, diciembre 17, 2012

El desayuno - Luis Alberto de Cuenca


Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno.»

De "El hacha y la rosa", 1993.

lunes, diciembre 03, 2012

A la carta - Roque Dalton

carta de restaurante archivos - Klikin
Sírvame la ópera Madame Butterfly
término medio
con salsa de maní picante
y un poco de gobierno español
con trocitos de invierno.
Después me trae a un soldado de la Primera Brigada de Artillería
en completo estado de ebriedad
un par de mirtos
la erupción del Krakatoa
y el servicio postal a la luz de la filosofía. De beber
algo que no desmaye en su difícil pero honrosa tarea.
Los postres se los pediré después. Ah
y palillos de dientes.

lunes, julio 30, 2012

Junto a mi cabecera - Jesús Orta Ruiz. (Cuba, 1922-2005)

Junto a mi cabecera/ una mujer marchita,/ celosa de la muerte,/ está velando día y noche,/ atenta a mis orines y mis heces fecales,/ sustituyendo con los ojos suyos/ los míos obsoletos,/ dándome el alimento como a un niño,/ bañándome, vistiéndome, besándome,/ acariciándome las manos./ En un ambiente así/ _ no luna, no balcón, no prímola_,/ si Romeo y Julieta/ no hubieran decidido suicidarse/ y hubiesen arribado a la vejez/ ella, caído el seno y desdentada,/ poniéndole un enema a su galán montesco;/ él, enferma la próstata/ y consumido el falo,/ ¿se mantendría la promesa del amor eterno?/ No sé:/ pero el amor en las postrimerías/ es más prueba de amor que el suicidarse/ una joven pareja enamorada,/ pues los muertos no ven su pudrición./ Nosotros, sin embargo, pudriéndonos en vida,/ palpando nuestras ruinas como los jaramagos,/ continuamos amándonos,/ cambiamos la pasión por la ternura/ y reafirmamos que es posible/ la eternidad del amor.

sábado, enero 07, 2012

Currículum . Mario Benedetti


usted ama / se transfigura y ama / por una eternidad tan provisoria / que hasta el orgullo se le vuelve tierno / y el corazón profético / se convierte en escombros

usted aprende / y usa lo aprendido / para volverse lentamente sabio / para saber que al fin el mundo es esto / en su mejor momento una nostalgia / en su peor momento un desamparo / y siempre siempre / un lío

entonces / usted muere.

miércoles, febrero 16, 2011

Todo en un mismo día - Matilde Alba Swann

Lo pregonó la policial de diarios.
Murió carbonizada una criatura!
Sobre cemento en abrojal miseria.

Una vivienda de madera y latas,
murió carbonizada una criatura.

Tal vez sin tiempo siquiera a tener nombre,
murió carbonizada una criatura.

En el vaho primero de la escarcha,
murió carbonizada una criatura.

Mientras los zares del deporte estaban
alimentando pollas para el fútbol
murió carbonizada una criatura.

Mientras crecían los Casinos altos,
como altivas blasfemas catedrales,
murió carbonizada una criatura.

Mientras la ley pulía sus incisos
en creciente limado a libertades
murió carbonizada una criatura.

Fue en la ciudad de Buenos Aires,
fría,
hoguera y fría mansión de vendavales,
murió carbonizada una criatura.

Quedó sin ojos, sin dolor, sin manos,
y sin hambre, también... sólo un borroso
corazón de cuna. Era un pájaro triste
el que elevaba, con sus plumas de humo.
Todo en un mismo día, sucedió.
Murió carbonizada una criatura.

Eso es también historia, no lo olviden.
No habrá bronces ni mármoles, la nada
sublimará su efímera presencia,
pero es también historia, no lo olviden.

Tomado de: Con un hijo bajo el brazo, 1991

sábado, enero 01, 2011

A media pierna – Hamlet Lima Quintana

Le pusieron un grillo a media pierna
Lo condenaron a vivir a medias
Le escondieron la paz, y la sonrisa
Le pusieron el pan a media rienda
Pero él seguía caminando.

Le vendieron la luna, cada noche
Lo fueron lentamente atornillando
Le tuvieron las manos ocupadas
Le sumaron la pena y las estafas
Pero él seguía caminando.

Le pusieron las piedras por delante
Le taparon la boca, por si acaso
Le abrieron una herida por la espalda
Le sumaron olvido a la condena
Pero él seguía caminando.

De lejos, bien mirado
cuando ya era horizonte,
se asemejaba al viento,
aunque según parece
él caminaba potente
como el Pueblo!

Espergesia - César Vallejo

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,
que soy malo; y no saben
del diciembre de ese enero.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Hay un vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar:
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego.

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Hermano, escucha, escucha...
Bueno. Y que no me vaya
sin llevar diciembres,
sin dejar eneros.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,
que mastico... y no saben
por qué en mi verso chirrían,
oscuro sinsabor de ferétro,
luyidos vientos
desenroscados de la Esfinge
preguntona del Desierto.

Todos saben... Y no saben
que la Luz es tísica,
y la Sombra gorda...
Y no saben que el misterio sintetiza...
que él es la joroba
musical y triste que a distancia denuncia
el paso meridiano de las lindes a las Lindes.

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave.

domingo, mayo 24, 2009

Amor de frutas - Gioconda Belli

Déjame que esparza / manzanas en tu sexo /néctares de mango / carne de fresas; 

Tu cuerpo son todas las frutas.

Te abrazo y corren las mandarinas; / te beso y todas las uvas sueltan / el vino oculto de su corazón / sobre mi boca. / Mi lengua siente en tus brazos / el zumo dulce de las naranjas / y en tus piernas el promegranate / esconde sus semillas incitantes.

Déjame que coseche los frutos de agua / que sudan en tus poros:

Mi hombre de limones y duraznos, / dame a beber fuentes de melocotones y bananos / racimos de cerezas.

Tu cuerpo es el paraíso perdido / del que nunca jamás ningún Dios / podrá expulsarme.

Non omnis moriar - Manuel Gutierrez Nájera

¡No moriré del todo, amiga mía! / De mi ondulante espíritu disperso, / algo en la urna diáfana del verso, / piadosa guardará la poesía.

¡No moriré del todo! Cuando herido / caiga a los golpes del dolor humano, / ligera tú, del campo entenebrido / levantarás al moribundo hermano.

Tal vez para entonces por la boca inerme / que muda aspira la infinita calma, / oigas la voz de todo lo que duerme / con los ojos abiertos de mi alma.

Hondos recuerdos de fugaces días, / ternezas tristes que suspiran solas; / pálidas, enfermizas alegrías / sollozando al compás de las violas...

Todo lo que medroso oculta el hombre / se escapará vibrante, del poeta, / en áureo ritmo de oración secreta / que invoque en cada cláusula tu nombre.

Y acaso adviertas que de modo extraño / suenan mis versos en tu oído atento, / y en el cristal, que con mi soplo empaño, / mires aparecer mi pensamiento.

Al ver entonces lo que yo soñaba, / dirás de mi errabunda poesía: / era triste, vulgar lo que cantaba... / mas, ¡qué canción tan bella la que oía!

Y porque alzo en tu recuerdo notas / del coro universal, vívido y almo; / y porque brillan lágrimas ignotas / en el amargo cáliz de mi salmo;

porque existe la Santa Poesía / y en ella irradias tú, mientras disperso / átomo de mi ser esconda el verso, / ¡no moriré del todo, amiga mía!