Venga una historia de ayer / que apreciarán los más lerdos; / el destino no hace acuerdos / y nadie se lo reproche- / ya estoy viendo que esta noche / vienen del Sur los recuerdos.
Velay, señores, la historia / de los hermanos Iberra, / hombres de amor y de guerra / y en el peligro primeros, / la flor de los cuchilleros / y ahora los tapa la tierra.
Suelen al hombre perder / la soberbia o la codicia: / también el coraje envicia / a quien le da noche y día / el que era menor debía / más muertes a la justicia.
Cuando Juan Iberra vio / que el menor lo aventajaba, / la paciencia se le acaba / y le armó no sé qué lazo / le dio muerte de un balazo, / allá por la Costa Brava.
Sin demora y sin apuro / lo fue tendiendo en la vía / para que el tren lo pisara. / El tren lo dejó sin cara, / que es lo que el mayor quería.
Así de manera fiel / conté la historia hasta el fin; / es la historia de Caín / que sigue matando a Abel.
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