Amanecí de niebla en los andenes. / Dicen que con la luna a las espaldas.
No sé en qué viento vine. Te traía / ese polvo tenaz, esa distancia / agreste y cereal como la tierra / donde recobras tu paloma diaria.
Toqué tu aroma gris. Crucé el tumulto / incorporándolo al sonido de mi sangre. / Empuñé el viejo amor. Entré a la lluvia / y me volví guitarra en tu regazo.
Dicen que desperté como naciendo / con todo el sol en vilo en las pestañas, / que salí a conocerte en las esquinas / donde ya eras leyenda, puro tango, / porque anduve de olvido y fui tu ausencia / durante mucho hueso y mucho llanto / y teníamos tanto que decirnos! / tanto país doliendo que contarnos!
Andabas multitud, cálido río / de muchedumbre mía y navegante, / pero te busqué el rostro donde sueñas / y me quedé en tus ojos a soñarte.
Te averigüé la vida y era urgente / compartir el insomnio en un estaño, / discutir ese asunto del otoño, / demorarme en tu vino mano a mano / hasta fundar esa alegría lenta / que arde en la sal más fuego de una lágrima / desde donde se crece a la ternura / porque uno es hombre así, che, Buenos Aires.
Se dio el amor. Andaba entre la gente / como una flor perdida entre los pájaros. / Lo vi cruzar crepúsculos y esquinas / llevándose la tarde de la mano. / Jugándose en las calles. Combatiendo / por el íntimo pan y el trecho de alba. / Todo el amor se dio incesantemente / y yo lo vi estallar en sudestada.
Después me preguntaste: ... qué hay del aire / y ese color Oeste del verano? / En qué cañaveral, aún gimiendo, / anda la suerte pobre de la Patria? / Qué árboles recuerdas? Qué camino / pisa la dura copla que me cantas? / Cómo quedó tu madre? Siempre cobre / bajo la luz enorme y camarada? / Se crece allá? Perdura lo profundo? / sigue subiendo el sol a nuestra causa? / Qué traes en los ojos? Cómo ejerces / tu oficio de badajo y de campana?-
Vos siempre de país...! / -Siempre andariego! / -Sacate el viento... / -La camisa agraria. / -Es hora que hagás sombra por Boedo / donde una luna bandoneón te aguarda...
Entonces, me quedé a contarte el viento / y a saberme tus vidas y milagros, / fundé la casa al sur con mi Gloriana, / un grillo Glorianita y otro Paula.
No sé por cuánto tiempo. No sabemos / qué tiempo de vivir es necesario / para serte guitarra, canto tuyo / crecido en el tumulto de tu canto.
De noche, suelo caminar tus lunas.
Dicen que ando de niebla...
No hagas caso.
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