Cuando se tiene un hijo. / se tiene al hijo de la casa y al de la calle entera, / se tiene al que cabalga en el cuadril de la mendiga, / y al del coche que empuja la institutriz inglesa, / y al niño gringo que carga la criolla, / y al niño blanco que carga la negra, / y al niño indio que carga la india, / y al niño negro que carga la tierra.
Cuando se tiene un hijo, se tienen tantos niños / que la calle se llena, / y la plaza, y el puente, / y el mercado, y la iglesia, / y es nuestro cualquier niño cuando cruza la calle / y el coche lo atropella, / y cuando se asoma al balcón, / y cuando se arrima a la alberca; / y cuando un niño grita, no sabemos / si lo nuestro es el grito o es el niño, / y si le sangran y se queja, / por el momento no sabríamos / si el ¡ay! es suyo o si la sangre es nuestra.
Cuando se tiene un hijo, es nuestro el niño / que acompaña a la ciega, / y las Meninas, y la misma enana, / y el Príncipe de Francia, y su Princesa, / y el que tiene San Antonio en los brazos, / y el que tiene la Coromoto en las piernas. / Cuando se tiene un hijo, toda risa nos cala, / todo llanto nos crispa, venga de donde venga. / Cuando se tiene un hijo, se tiene el mundo adentro / y el corazón afuera. / Y cuando se tienen dos hijos, / se tienen todos los hijos de la tierra, / los millones de hijos que con las tierras lloran, / con que las madres ríen, con que los mundos sueñan; / los que Paúl Fort quería con las manos unidas / para que el mundo fuera la canción de una rueda; / los que el Hombre de Estado, que tiene un lindo niño, / quiere con Dios adentro y las tripas afuera; / los que escaparon de Herodes para caer en Hiroshima, / entreabiertos los ojos, como los niños de la guerra, / porque basta para que salga toda la luz de un niño / una rendija china o una mirada japonesa.
Cuando se tienen dos hijos, / se tiene todo el miedo del planeta, / todo el miedo a los hombres luminosos / que quieren asesinar la luz y arriar las velas, / y ensangrentar las pelotas de goma, / y zambullir en llanto los ferrocarriles de cuerda. / Cuando se tienen dos hijos, / se tiene la alegría y el ¡ay! del mundo en dos cabezas, / toda la angustia y toda la esperanza, / la luz y el llanto, a ver cuál es el que nos llega, / si el modo de llorar del universo / o el modo de alumbrar de las estrellas.
1 comentario:
me encantá este poema. es uno de mis preferidos. Lo voy a leer en un programa de radio, qui en Quilmes. Te avisaré
Armando
vertris
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