lunes, agosto 12, 2019

Bingo - Lourdes Ramognino

Dos besos al uno,
después de risas nerviosas,
de que te sonaras los mocos,
de que no me maquillara.

Cero besos al dos. 
Muchos cafés 
y poco contacto.
Me quedé anonadada, 
aturdida. 

Dos besos al tres. 
Al principio y al final, 
y en el medio, 
un abrazo de veinte minutos. 

Un beso al cuatro, 
en un bondi a ochenta por hora,
después de que me dijeras: 
“dejémoslo acá”. 

Parate. Paro nacional. 

Dos besos al cinco y al cuello,
contra la pared del cine.
Tu sorpresa y ablande.
Mi sonrisa pícara.
En Ramón Carrillo
nos gritaron
que aflojáramos.

Muchos más cariños al seis. Muchos. 
Qué rico el Invictus. 
Se me pegó al pelo. 

Puntos múltiples de contacto al siete, 
después de que me alejaras al saludarte
y cambiaras los planes.

Al ocho, de la mano. 
Tu mano tensa. 
Fuera mano.

En el nueve, mi necedad.
Mi ceguera.
Tus “no sé, por eso”.
*Ningún no sé debe conducir a conclusiones*
Tus palabras inertes, verborrágicas
mientras te acaricio la barba.
Las letras bañadas de miel.
La noche más fría de todo el año.
El temblor y tu abrazo abrigador.
¿Ya dije mi ceguera?

Al diez no llegué. 

No me dejaste.

Una hora y cuarto de viaje. 

Trescientas
cuarenta
y
tres
lágrimas
en
el
343.

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