lunes, mayo 30, 2005

Cada vez que se grita

Cada vez que se grita / gol en este mundo / un hombre muere / de guerra, de odio / de hambre, de soledad / o pena. / La cuestión es saber / si se trata de un grito posible / o si es absurdo. / Me remito al poeta: / Todos los gritos sirven. / Depende de qué lado del horror / se escuchen.

viernes, mayo 27, 2005

Alta Traicción - José Emilio Pacheco

No amo mi Patria. Su fulgor abstracto / es inasible. / Pero (aunque suene mal) daría la vida / por diez lugares suyos, cierta gente, / puertos, bosques de pinos, fortalezas, / una ciudad deshecha, gris, monstruosa, / varias figuras de su historia, / montañas / (y tres o cuatro ríos).

La Patria - Julio Cortázar

Esta tierra sobre los ojos / este paño pegajoso, negro de estrellas impasibles, / esta noche continua, esta distancia. / Te quiero, país tirado más abajo del mar, / pez panza arriba / pobre sombra de país, lleno de vientos, / de monumentos y espamentos, / de orgullo sin objeto, sujeto para asaltos, / escupido curdela inofensivo / puteando y sacudiendo banderitas, / repartiendo escarapelas en la lluvia, / salpicando de babas y estupor canchas de fútbol y ringsides. / Pobres negros. / Te estás quemando a fuego lento, y dónde el fuego, / dónde el que come los asados y te tira los huesos. / Malandras, / cajetillas, señores y cafishos, / diputados, tilingas de apellido compuesto, / gordas tejiendo en los zaguanes, maestras normales, / curas, escribanos, centroforwards livianos, / Fangio solo, tenientes primeros, coroneles, / generales, marinos, sanidad, carnavales, obispos, / bagualas, chamamés, malambos, mambos, tangos, / secretarías, subsecretarías, jefes, contrajefes, trucos, / contraflor al resto. Y qué carajo, / Si la casita era su sueño, si lo mataron en pelea, / si usted lo ve, lo prueba y se lo lleva. / Liquidación forzosa, que remata hasta lo último. / Te quiero, país tirado a la vereda, caja de fósforos vacía, / te quiero, tacho de basura que se llevan sobre una cureña / envuelto en la bandera que nos legó Belgrano / mientras las viejas lloran el velorio, / y anda el mate con su verde consuelo, lotería del pobre, / y en cada piso hay alguien que nació haciendo discursos / para algún otro que nació para escucharlos y / pelarse las manos. / Pobres negros que juntan las ganas de ser blancos, / pobres negros que viven un carnaval de negros, / qué quiniela, hermanito, en Boedo, en la Boca, / en Palermo, en Barracas, en los puentes, afuera, / en los ranchos que paran la mugre de la pampa, / en las casas blanqueadas del silencio del norte, / en las chapas de zinc donde el frío se frota, / en la Plaza de Mayo donde ronda / la muerte trajeada de mentira.
Te quiero, país desnudo que sueña con un smoking, / vicecampeón del mundo en cualquier cosa, en lo que salga, / tercera posición, energía nuclear, justicialismo, vacas, / tango, coraje, puños, viveza y elegancia. / Tan triste en lo más hondo del grito, tan golpeado / en lo mejor de la garufa, tan garifo a la hora de la autopsia.
Pero te quiero, país de barro, y otros te quieren, / y algo saldrá de este sentir. / Hoy es distancia, fuga, no te metás, / qué vachaché, dale que va, paciencia. / La tierra entre los dedos, la basura en los ojos, / ser argentino es estar triste, / ser argentino es estar lejos.
Y no decir, mañana / porque ya basta con ser flojo ahora. / Tapándome la cara / (el poncho te lo dejo, folklorista infeliz) / me acuerdo de una estrella en pleno campo, / me acuerdo de un amanecer de puna, / de Tilcara de tarde, de Paraná fragante, / de Tupungato arisca, de un vuelo de flamencos / quebrando un horizonte de bañados.
Te quiero, país, pañuelo sucio, con tus calles / cubiertas de carteles peronistas, te quiero, / sin esperanza y sin perdón, sin vuelta y sin derecho, / nada más que de lejos y amargado y de noche.

Visita - Oliverio Girondo

No estoy. / No la conozco. / No quiero conocerla. / Me repugna lo hueco, / la afición al misterio, / el culto a la ceniza, / a cuanto se disgrega. / Jamás he mantenido contacto con lo inerte. / Si de algo he renegado es de indiferencia. / No aspiro a transmutarme, / ni me tienta el reposo. / Todavía me intrigan el absurdo, la gracia. / No estoy para lo inmóvil, / para lo inhabitado.
Cuando venga a buscarme, / díganle: / "Se ha mudado".

Pequeño Larousse - Efraín Huerta

"Nació / En Silao / 1914. / Autor / De versos / De contenido / Social." / Embustero / Larousse. / Yo sólo / Escribo / Versos / De contenido / Sexual.

Espero curarme de ti - Jaime Sabines

Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.
¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.
Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes como te digo que te quiero cuando digo: "qué calor hace", "dame agua", "¿Sabes manejar?", "Se hizo de noche"... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho "ya es tarde", y tú sabías que decía "te quiero".)
Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que tú quieras: Guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.

Don Carlos - Raúl Castro

Milagro taura del tiempo que no te aplicó sentencia / Sos inventor de la ciencia de mantenerse primero / Por tu don arrabalero de jugar sin la pelota / Sos trompa de una patota que le afanó el alma al barrio / Estás en el calendario y en cada vuelta de copas.
Goleador de los descuentos, lágrima de las pesadas / Silbido por la bajada que un curda regala al viento / Yo te he dado el manyamiento cuando el cielo relojeo / Viviendo en un bulín reo con el chaperío de aire / Sito allá por Buenos Aires esquina Montevideo.
Don Carlos y niente piú, qué zorzal ni qué ocho cuartos / Ligador en el reparto de la eterna juventud / Como el flaco allá en la cruz perdonaste a la gilada / Con tu sonrisa pintada en un bondi trasnochado / Si hasta te baten "El Mago" por tu gola engalerada.
Troesma de los botijas que junan como es la historia / Tu mirada es divisoria entre trucho y postalina / Sos la cara pensativa de una nami sin un viaje / El símbolo de coraje de una pechera a lo macho / Sos el ala de ese gacho que nunca se tomó el raje.
Qué más te voy a batir que ya no hayas escuchado / Si viene mal barajado este fato de vivir / Paciencia y hacerse hervir, habrá que curtirla fiero / Este oriental milonguero se lo repite a quien quiera / Siempre queda gente afuera cuando canta mi jilguero.
Don Carlos les dio mancada, manga de giles de goma / Que la papa se la coman y que aguanten la tacada / De Pompeya a La Blanqueada sigue copando tu amor / A los ratis del dolor empaquetaste debute / Don Carlos Gardel salute, por invicto y por mejor.

martes, mayo 24, 2005

Lo que esperamos - Oliverio Girondo

Tardará, tardará.
Ya sé que todavía / los émbolos, / la usura, / el sudor, / las bobinas / seguirán produciendo, / al por mayor, / en serie, / iniquidad, / ayuno, / rencor, / desesperanza; / para que las lombrices con huecos portasenos, / las vacas de embajada, / los viejos paquidermos de esfínteres crinudos, / se sacien de adulterios, / de diamantes, / de caviar, / de remedios.
Ya sé que todavía pasarán muchos años / para que estos crustáceos / del asfalto / y la mugre / se limpien la cabeza, / se alejen de la envidia, / no idolatren la seña, / no adoren la impostura, / y abandonen su costra / de opresión,de ceguera, / de mezquindad, / de bosta.
Pero, quizás, un día, / antes de que la tierra se canse de atraernos / y brindarnos su seno, / el cerebro les sirva para sentirse humanos, / ser hombres, / ser mujeres, / -no cajas de caudales, / ni perchas desoladas-, / someter a las ruedas, / impedir que nos maten, / comprobar que la vida se arranca y despedaza / los chalecos de fuerza de todos los sistemas; / y descubrir, de nuevo, que todas las riquezas / se encuentran en nosotros y no bajo la tierra.
Y entonces... / ¡Ah! ese día / abriremos los brazos / sin temer que el instinto nos muerda los garrones, / ni recelar de todo, / hasta de nuestra sombra; / y seremos capaces de acercarnos al pasto, / a la noche, / a los ríos, / sin rubor, / mansamente, / con las pupilas claras, / con las manos tranquilas; / y usaremos palabras sustanciosas, / auténticas; / no como esos vocablos erizados de inquina / que babean las hienas al instarnos al odio, / ni aquellos que se asfixian / en estrofas de almíbar / y fustigada clara de huevo corrompido; / sino palabras simples, / de arroyo, / de raíces, / que en vez de separarnos / nos acerquen un poco; / o mejor todavía, / guardaremos silencio / para tomar impulso a todo lo que existe / y vivir el milagro de cuanto nos rodea, / mientras alguien nos diga, / con una voz de roble, / lo que desde hace siglos / esperamos en vano.

lunes, mayo 23, 2005

The End - Alberto Thaler

Y te llegó nomás aquel futuro. / Ya sos el porvenir con que soñaste / de chiquilín, cuando te preparaste / para no ser un hombre gris, oscuro.
Desplegarás tu saber como un velamen / y te estudian, calculan y sondean; / te meten en probetas, te cachean / y te pasás la vida dando exámen
con tu vieja, tu jermu, el vigilante, / con tu hijo, tu cliente y con tu amante. / Vivís rodeado de examinadores
que por fin te escucharon, te juzgaron / y con un "distinguido" te aprobaron / en la recta final. No manden flores.

Dones - Jorge Luis Borges

Nadie rebaje a lágrima o reproche / esta declaración de la maestría / de Dios, que con magnífica ironía / me dio a la vez los libros y la noche.
De esta ciudad de libros hizo dueños / a unos ojos sin luz, que sólo pueden / leer en las bibliotecas de los sueños / los insensatos párrafos que ceden / las albas a su afán. En vano el día / les prodiga sus libros infinitos, / arduos como los arduos manuscritos / que perecieron en Alejandría.
De hambre y de sed (narra una historia griega) / muere un rey entre fuentes y jardines; / yo fatigo sin rumbo los confines / de esta alta y honda biblioteca ciega. / Enciclopedias, atlas, el Oriente / y el Occidente, siglos, dinastías, / símbolos, cosmos y cosmogonías / brindan los muros, pero inútilmente.
Lento en mi sombra, la penumbra hueca / exploro con el báculo indeciso, / yo, que me figuraba el Paraíso / bajo la especie de una biblioteca.

Oración a la bandera - Armando Tejada Gómez

Quédate en elcielo, amor, / no bajes. / Aquí abajo, los grises / son tan grises / que, de algún modo gris, / van a ultrajarte.
Y sos tan linda allá, / tan nomeolvides, / simple ademán de madre / por el aire- / que si caes, amor, / con la ternura / con que caen las hojas / de los árboles; / si llegas a caer, / acaso nunca / vuelvas a ser tan cielo / ni tan madre.
Déjanos a nosotros, / los humildes, / los que nunca te usamos / ni abusamos de tu inmenso / silencio planetario, / que cuidemos la / altura / donde habitas, / celestemente / hermosa, / como el aire.
Déjanos a nosotros. / De los otros, / es piadoso no hablarte.

Si mañana me matan en Bagdag - Isaías Nobel

Si otra vez muero mañana en Tian-An-Men, / Si otra vez me asesinan en Chiapas, en Vietnam, en Hiroshima, / En Treblinka, en Dachau, en Buenos Aires, / Si nuevamente los Asirios, los Persas, los Romanos, / Los Católicos Reyes, los Nazis, Stalin y los Yankees, / Los Imperios del Mal encadenados.
Los que cortan cabezas y arrojan bombas de napalm / Sobre los niños, / Queman seres humanos para robar el oro de sus dientes, / Desde su abismo, sentados en su abismo / cancelan la vida de miles de millones .
Si mañana matan al niño de Bagdad, / al anciano que repara el zapato, / A la mujer que canta mientras cura al enfermo, / A la niña que baila y es el pueblo. / Al hombre que en el alba prepara el pan de todos / Y agradece a su Dios. / Si mañana asesinan a todas las promesas / Que viven en la viviente vida, / En cada ser humano que busca completar / Su destino en la Tierra:
Yo, anónimo poeta de América del Sur, / El hijo de un pequeño judío, el padre / De mi propio Destino, un ser humano más, / Un humanista más junto a millones / De otros seres humanos / Les advierto y les digo:
Ya basta / Saldrán de la Historia y del planeta. / Sólo son el rostro del espanto, el abismo sin nombre, / lo proto humano son, nunca lo humano, / ni el porvenir que canta. Ya basta.…
Ahora nosotros cancelamos las sombras. / No habrá más dioses, ni hombres, ni patrias, ni dinero / Asesinando al niño de Bagdad, al porvenir que canta. / Ya basta. Ahora nosotros llegamos del futuro, / Para traer desde el futuro un canto: / El poema del hombre / Que del abismo oscuro / Renace a la luz del Sentido, / del Sagrado Sentido de la existencia humana.

Empezar de nuevo - Carlos Guillermo Garibay

Yo le tenía miedo a la oscuridad,
hasta que las noches se hicieron largas y sin luz.
Yo no resistía el frío fácilmente,
hasta que aprendí a subsistir en ese estado.
Yo le tenía miedo a los muertos, 
hasta que tuve que dormir en el cementerio.
Más aún, yo le tenía miedo al espanto,
hasta que tuve que dormir en el crematorio.
Yo sentía rechazo por los rosarinos y por los porteños,
hasta que me dieron abrigo y alimento.
Yo sentía rechazo por los judíos,
hasta que le dieron medicamentos a mis hijos.
Yo lucía vanidoso mi pullover nuevo,
hasta que se lo di a un niño con hipotermia.
Yo elegía cuidadosamente mi comida,
hasta que tuve hambre.
Yo desconfiaba de la tez cobriza,
hasta que un brazo fuerte me sacó del agua.
Yo creía haber visto muchas cosas, 
hasta que vi a mi pueblo deambulando sin rumbo por las calles.
Yo no quería al perro de mi vecino, 
hasta que aquella noche lo sentí llorar hasta ahogarse.
Yo no me acordaba de los ancianos, 
hasta que tuve que participar en los rescates. 
Yo no sabía cocinar, 
hasta que tuve frente a mí una olla con arroz y niños con hambre.
Yo creía que mi casa era más importante que las otras, 
hasta que todas quedaron cubiertas por las aguas.
Yo estaba orgulloso de mi nombre y apellido,
hasta que todos nos transformamos en seres anónimos.
Yo casi no escuchaba radio,
hasta que fue la que mantuvo viva mi energía.
Yo siempre desprecié a los sexualmente diferentes a mi,
hasta que vi a un hombre con la boca mal pintada y el rimmel corrido
cómo se lanzó al agua a salvar a mi hermana.
Yo criticaba a los bulliciosos estudiantes,
hasta que de a cientos me tendieron sus manos solidarias.
Yo estaba bastante seguro de cómo serían mis próximos años,
pero ahora ya no tanto.
Yo vivía en una comunidad con una clase política,
pero ahora espero que se la haya llevado la corriente. 
Yo no recordaba el nombre de todas las provincias,
pero ahora las tengo a todas en mi corazón.
Yo no tenía buena memoria, 
tal vez por eso ahora no recuerde a todos, 
pero tendré igual lo que me queda de vida para agradecer a todos. 
Yo no te conocía, 
ahora eres mi hermano. 
Teníamos un río, 
ahora somos parte de él.
Es la mañana.
Ya salió el sol y no hace tanto frío. 
Gracias a Dios.
Vamos a empezar de nuevo.

Santa Fe, Argentina, 2 de mayo de 2003.

Ceremonia recurrente - Julio Cortázar

El animal totémico con sus uñas de luz, / los objetos que junta la oscuridad debajo de la cama, / el ritmo misterioso de tu respiración, la sombra / que tu sudor dibuja en el olfato, el día ya inminentemente. / Entonces me enderezo, todavía batido por las aguas del sueño, / Vuelvo de un continente a medias ciego / donde también estabas tú pero eras otra, / y cuando te consulto con la boca y los dedos, recorro el horizonte de tus flancos / (dulcemente te enojas, quieres seguir durmiendo, me dices bruto y tonto, / te debates riendo, no te dejas tomar pero ya es tarde, un fuego / de piel y de azabache, las figuras del sueño) / el animal totémico a los pies de la hoguera / con sus uñas de luz y sus alas de almizcle. / Y después despertamos y es domingo y febrero.

domingo, mayo 22, 2005

No lo salves de la tristeza, soledad - Jaime Sabines

No lo salves de la tristeza, soledad, / No lo cures de la ternura que lo enferma. / Dale dolor, apriétalo en tus manos, / Muérdele el corazón hasta que aprenda. / No lo consueles, déjalo tirado / Sobre su lecho como haz de yerba.

La hermana de la Coneja - Raúl Castro

En un depósito sucio, bastión de la Ciudad Vieja, / la hermana de la conoja,perdio la virginidad. / Testigo en la obscuridad,un colchón apoliyado / que quedó como estampado,con indeleble memoria, / y es origen de esta historia que no se bien si es verdad
Fue como siempre sucede, se colaron con el Tito / aquel morocho flaquito que la conquistó con mimos. / Y desafiando al destino se dejo de franeleos, / se alborotó el avispero, dieciséis años es mucho / cuando te da como un chucho, y la vida pide cuero.
Después, cuentos conocidos, que qué le vamos a hacer, / que no lo podes tener, que ya conseguí la guita. / Un llanto, cuatro caricias, que todo va a salir bien, / el fondo de un almacén, el adiós al flaco Tito / y el comienzo de un periplo, más amacado que un tren.
Hoy es señora de tal, y en el este veranea. / No imagina el que la vea que era de Playa Pascual. / Su camelo biene mal, bate chicos y colegio / te la trabaja de regio, y anda en checo bien debute / con goma en lugar de yute, y sin preguntar los precios.
Ahora si que se divierte, en pavada de colchón; / pelo corto a la Garzon, y lentes con cadenita. / Recurre al psicoanalista, a la hermana ni la nombra / pero la marca una sombra, que nunca pudo esquivar / cómo la vino a quedar, alla por la Ciudad Vieja
La hermana de la Coneja

Fica conmigo - Vinicius de Moraes

Primero te deseo que ames, / y que amando, también seas amado. / Y que si no lo fueres, seas breve en olvidar. / Y que olvidando, no guardes resentimiento./ Deseo, pues, que no sea así, / pero si así es, que sepas serlo sin desesperar. / Deseo también que tengas amigos, / aunque malos e inconsecuentes, / sean valerosos y fieles, / que por lo menos en uno de ellos / puedas confiar sin dudar. / y porque la vida es así, / deseo también que tengas enemigos. / ni muchos, ni pocos, / pero en la medida exacta para que, algunas veces, / te cuestiones al respecto / sobre tus propias certezas. / Y que entre ellos, exista por lo menos uno que sea justo. / Deseo, después, que seas útil, / pero no insustituible. / Y que en los malos momentos, / cuando no reste nada mas, / esa utilidad sea suficiente para mantenerte de pie. / Deseo además que seas tolerante, / no con los que se equivocan poco, porque eso es fácil, / sino con los que se equivocan mucho e irremediablemente, / y que haciendo buen uso de esa tolerancia, / sirvas de ejemplo a los otros. / Deseo que, siendo joven, / no madures demasiado rápido, / y que siendo maduro, no insistas en rejuvenecer / y que siendo viejo, no te desesperes. / porque cada edad tienen su placer y su dolor y... / es preciso dejar que ellos transiten dentro de nosotros. / Deseo, a propósito, que seas triste, / no todo el año todo, sino apenas un día. / Pero que en ese día descubras / que la risa diaria es buena, / la risa habitual es sosa y la risa constante es insana. / Deseo que descubras , / con la máxima urgencia, / por sobre todo, que existen oprimidos, / maltratados e infelices, y que están / a tu lado. / Deseo también que acaricies un gato, / alimentes un cuzco y oigas el canto de un pájaro / Te despiertes triunfante con su canto matinal / Porque, así, te sentirás bien por nada. / Deseo también que plantes una semilla, / por mas minúscula que sea, / y acompañes su crecimiento, / para que sepas de cuantas / muchas vidas está hecho un árbol. / Deseo, mas aun, que tengas dinero, / porque es preciso ser práctico. / Y que por lo menos una vez por año / coloques un poco de el / en tu frente y digas "Eso es mío", / sólo para que quede bien claro quién es el dueño / de quién. / Deseo también que ninguno de tus queridos mueran, / por el y por ti, / pero si se muere, tu puedas llorar / sin lamentarte y sufrir sin culparte. / Deseo por ultimo que siendo hombre, / tengas una buena mujer, / y que siendo mujer, / tengas un buen hombre / y que se amen hoy, mañana y en los días siguientes, / y que cuando estén exhaustos y sonrientes, / todavía haya amor para recomenzar. / Y si todo eso te ocurre, / No deseo mas nada para vos....

Cuerpo de Mujer - Pablo Neruda

Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos, / te pareces al mundo en su actitud de entrega. / Mi cuerpo de labriego salvaje te socava y hace saltar el hijo del fondo de la tierra. / Fui solo como un túnel. De mi huían los pájaros, / y en mi la noche entraba su invasión poderosa. / Para sobrevivirme te forje como una arma, / como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda. / Pero cae la hora de la venganza, y te amo. / Cuerpo de piel, de musgo, de leche vida y firme. / ¡Ah, los vasos del pecho! / ¡Ah, los ojos de la ausencia! ¡Ah, las rosas del pubis! / ¡Ah, tu voz lenta y triste! / Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia. / ¡Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso! / Oscuros cauces donde la sed eterna sigue y la fatiga sigue, y el dolor infinito.

Entresuelo - Jaime Sabines

Un ropero, un espejo, una silla, / ninguna estrella, mi cuarto, una ventana, / la noche como siempre, y yo sin hambre, / con un chicle y un sueño, una esperanza. / Hay muchos hombres fuera, en todas partes, / y más allá la niebla, la mañana. / Hay árboles helados, tierra seca, / peces fijos idénticos al agua, / nidos durmiendo bajo tibias palomas. / Aquí, no hay mujer. Me falta. / Mi corazón desde hace días quiere hincarse / bajo alguna caricia, una palabra. / Es áspera la noche. Contra muros, la sombra / lenta como los muertos, se arrastra. / Esa mujer y yo estuvimos pegados con agua. / Su piel sobre mis huesos / y mis ojos dentro de su mirada. / Nos hemos muerto muchas veces / al pie del alba. / Recuerdo que recuerdo su nombre, / sus labios, su transparente falda. / Tiene los pechos dulces, y de un lugar / a otro de su cuerpo hay una gran distancia: / de pezón a pezón cien labios y una hora, / de pupila a pupila un corazón, dos lágrimas. / Yo la quiero hasta el fondo de todos los abismos, / hasta el último vuelo de la última ala, / cuando la carne toda no sea carne, ni el alma sea alma. / Es precioso querer. Yo ya lo sé. La quiero. / ¡Es tan dura, tan tibia, tan clara! / Esta noche me falta. / Sube un violín desde la calle hasta mi cama. / Ayer miré dos niños que ante un escaparate / de maniquíes desnudos se peinaban. / El silbato del tren me preocupó tres años, / hoy se que es una máquina. / Ningún adiós mejor que el de todos los días / a cada cosa, en cada instante, alta / la sangre iluminada.Desamparada sangre, noche blanda, / tabaco del insomnio,triste cama.Yo me voy a otra parte. / Y me llevo mi mano, que tanto escribe y habla.

Revelación - Efraín Huerta

Alguien / Revelaba: / "Las tardes / En que / Me siento / Incapaz / De ser / Inteligente / Finjo / Que me / Aburro."

Fanatismo - Diego Daniel de Oliveira

Cómo vas a saber lo que es el dolor / Si jamás un zaguero te azoto la tibia y el peroné. / Cómo vas a saber lo que es el placer / si nunca ganaste un clásico barrial. / Cómo vas a saber lo que es llorar / si jamás perdiste un clásico sobre la hora con un penal dudoso. / Cómo vas a saber lo que es el cariño / si nunca acariciaste la redonda de chanfle entrándole con el revés del pie en el cachete para dejarla jadeando bajo la red. / Cómo vas a saber lo que es la solidaridad / si jamás saliste a dar la cara por un compañero golpeado sin fe desde atras. / Cómo vas a saber lo que es la poesía / si nunca tiraste una gambeta. / Cómo vas a saber lo que es la humillación / si jamás te hicieron un caño. / Cómo vas a saber lo que es la amistad / si nunca devolviste una pared. / Cómo vas a saber lo que es un orgasmo / si jamás diste una vuelta olímpica de visitante. / Cómo vas a saber lo que es el pánico / si nunca te sorprendieron mal parado en un contragolpe. / Cómo vas a saber lo que es morir un poco / si jamás fuiste a buscar la pelota adentro del arco. / Cómo vas a saber lo que es la izquierda
si nunca jugaste en un equipo. / Cómo vas a saber lo que es la xenofobia / si en ninguna cancha te gritaron "negro de mierda". / Cómo vas a saber lo que es la soledad / si jamás te paraste bajo los tres palos a doce pasos de un fusilero dispuesto a acabar con tus esperanzas. / Cómo vas a saber lo que es el barro / si nunca te tiraste a los pies de nadie, para mandar la pelota sobre un lateral. / Cómo vas a saber lo que es el egoísmo / si nunca hiciste una de mas cuando tenias que dársela al nueve que estaba mejor ubicado. / Cómo vas a saber lo que es el arte / si nunca inventaste una rabona. / Cómo vas a saber lo que es la música / si jamás cantaste haciendo equilibrio sobre un para avalancha. / Cómo vas a saber lo que es el suburbio / si nunca te paraste de wing. / Cómo vas a saber lo que es la clandestinidad / si nunca te tiraron un pelotazo para que te aguantes vos solo a toda una defensa rival. / Cómo vas a saber lo que es la injusticia / si nunca te sacó tarjeta roja un referee localista. / Cómo vas a saber lo que es el insomnio / si jamás te fuiste al descenso / Cómo vas a saber lo que es el odio / si nunca hiciste un gol en contra. / Cómo vas a saber lo que es la vida / Si nunca, jamás / Viviste el fútbol

viernes, mayo 20, 2005

Eva - María Elena Walsh

I
Calle Florida, túnel de flores podridas. / Y el pobrerío se quedo sin madre / llorando entre faroles sin crespones. / Llorando en cueros, para siempre, solos. / Sombríos machos de corbata negra / sufrían rencorosos por decreto / y el órgano por Radio del Estado / hizo durar a Dios un mes o dos. / Buenos Aires de niebla y de silencio. / El Barrio Norte tras las celosías / encargaba a Paris rayos de sol. / La cola interminable para verla / y los que maldecían por si acaso / no vayan esos cabecitas negras / a bienaventurar a una cualquiera.
Flores podridas para Cleopatra. / Y los grasitas con el corazón rajado, / rajado en serio. Huérfanos. Silencio. / Calles de invierno donde nadie pregona / El Líder, Democracia, La Razón. / Y Antonio Tormo calla "amémonos".
Un vendaval de luto obligatorio. / Escarapelas con coágulos negros. / El siglo nunca vio muerte mas muerte. / Pobrecitos rubíes, esmeraldas, / visones ofrendados por el pueblo, / sandalias de oro, sedas virreinales, / vacías, arrumbadas en la noche. / Y el odio entre paréntesis, rumiando / venganza en sótanos y con picana.
Y el amor y el dolor que eran de veras / gimiendo en el cordón de la vereda. / Lagrimas enjuagadas con harapos, / Madrecita de los Desamparados. / Silencio, que hasta el tango se murió. / Orden de arriba y lagrimas de abajo. / En plena juventud. No somos nada. / No somos nada mas que un gran castigo. / Se pintó la República de negro / mientras te maquillaban y enlodaban. / En los altares populares, santa. / Hiena de hielo para los gorilas / pero eso sí, solísima en la muerte. / Y el pueblo que lloraba para siempre / sin prever tu atroz peregrinaje. / Con mis ojos la vi, no me vendieron / esta leyenda, ni me la robaron.
Días de julio del 52 / ¿Qué importa donde estaba yo?
II
No descanses en paz, alza los brazos / no para el día del renunciamiento / sino para juntarte a las mujeres / con tu bandera redentora / lavada en pólvora, resucitando. / No sé quién fuiste, pero te jugaste. / Torciste el Riachuelo a Plaza de Mayo, / metiste a las mujeres en la historia / de prepo, arrebatando los micrófonos, / repartiendo venganzas y limosnas. / Bruta como un diamante en un chiquero / ¿Quién va a tirarte la última piedra?
Quizás un día nos juntemos / para invocar tu insólito coraje. / Todas, las contreras, las idólatras, / las madres incesantes, las rameras, / las que te amaron, las que te maldijeron, / las que obedientes tiran hijos / a la basura de la guerra, todas / las que ahora en el mundo fraternizan / sublevándose contra la aniquilación / Cuando los buitres te dejen tranquila / y huyas de las estampas y el ultraje / empezaremos a saber quién fuiste. / Con látigo y sumisa, pasiva y compasiva, / única reina que tuvimos, loca / que arrebató el poder a los soldados. / Cuando juntas las reas y las monjas / y las violadas en los teleteatros / y las que callan pero no consienten / arrebatemos la liberación / para no naufragar en espejitos / ni bañarnos para los ejecutivos. / Cuando hagamos escándalo y justicia / el tiempo habrá pasado en limpio / tu prepotencia y tu martirio, hermana. / Tener agallas, como vos tuviste, / fanática, leal, desenfrenada / en el candor de la beneficencia / pero la única que se dio el lujo / de coronarse por los sumergidos. / Agallas para hacer de nuevo el mundo. / Tener agallas para gritar / bastaaunque nos amordacen con cañones.

Espantapájaros - Oliverio Girondo

No sé, / me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias / o como pasas de higo; / un cutis de durazno o de papel de lija. / Le doy una importancia igual a cero, / al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco / o con un aliento insecticida. / Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz / que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias;
¡pero eso si! / -y en esto soy irreductible- / no les perdono, / bajo ningún pretexto, / que no sepan volar. / Si no saben volar / ¡ pierden el tiempo las que pretenden seducirme!
Está fue - y no otra- / la razón de que me enamorase, / tan locamente, de María Luisa. / ¿Que me importaban sus labios por entregas / y sus encelos sulfurosos? / ¿Que me importaban sus extremidades de palmípedo / y sus miradas de pronostico reservado? / ¡ María Luisa era una verdadera pluma! / Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, / volaba del comedor a la despensa.
Volando me preparaba el baño, la camisa. / Volando realizaba sus compras, sus quehaceres... / ¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, / volando, de algún paseo por los alrededores! / Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. / "¡ María Luisa! ¡María Luisa!... / y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, / para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio / planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; / durante horas enteras nos anidábamos en una nube, / como dos ángeles, y de repente, / en tirabuzón, en hoja muerta, / el aterrisaje forzoso de un espasmo.
¡ Que delicia la de tener una mujer tan ligera..., / aunque nos haga ver, de vez en cuando las estrellas! / ¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes... / la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer a una mujer etérea, / ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? / ¿Verdad que no hay una diferencia sustancial / entre vivir con una vaca / o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centimetros del suelo?
Yo, por lo menos, / soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, / y por más empeño que ponga en concebirlo, / no me es posible ni tan siquiera imaginar / que pueda hacerse el amor más que volando.

Desmayarse, atreverse, estar furioso - Lope de Vega

Desmayarse, atreverse, estar furioso, / áspero, tierno, liberal, esquivo, / alentado, mortal, difunto, vivo, / leal, traidor, cobarde y animoso; / no hallar fuera del bien, centro y reposo, / mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, / enojado, valiente, fugitivo, / satisfecho, ofendido, receloso; / huir el rostro al claro desengano, / beber veneno por licor suave, / olvidar el provecho, amar el daño, / creer que un cielo en un infierno cabe, / dar la vida y el alma a un desengaño, / esto es amor amigos... quien lo probó, lo sabe.

Poema XX - Pablo Neruda

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. / Escribir, por ejemplo: "La noche esta estrellada, y tritan, azules, los astros, a lo lejos". / El viento de la noche gira entre el cielo y canta. / Puedo escribir los versos más tristes esta noche. / Yo la quise, y a veces ella también me quiso. / En las noches como esta la tuve entre mis brazos! / La bese tantas veces bajo el cielo infinito! / Ella me quiso, a veces yo también la quería! / Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos! / Puedo escribir los versos más tristes esta noche. / Pensar que no la tengo. / Sentir que la he perdido. / Oír la noche inmensa, mas inmensa sin ella. / Y el verso cae al alma como el pasto al rocío. / Que importa que mi amor no pudiera guardarla. / La noche esta estrellada y ella no esta conmigo. / Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. / Mi alma no se contenta con haberla perdido. / Como para acercarla mi mirada la busca. / Mi corazón la busca, y ella no esta conmigo. / La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. / Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. / Ya no la quiero, es cierto! Pero cuanto la quise! / Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. / De otro. / Será de otro. / Como antes de mis besos. Su voz, su cuerpo claro. / Sus ojos infinitos. / Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. / Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. / Porque en noches como esta, la tuve entre mis brazos, mi alma no se contenta con haberla perdido. / Aunque este sea él ultimo dolor que ella me causa, y estos sean los últimos versos que yo le escribo.

Es olvido - Nicanor Parra

Juro que no recuerdo ni su nombre / Más moriré llamándola María / No por simple capricho de poeta: / Por su aspecto de plaza de provincia. / ¡Tiempos aquellos!, yo un espantapájaros, / Ella una joven pálida y sombría. / Al volver una tarde del Liceo / Supe de su muerte inmerecida, / Nueva que me causó tal desengaño / Que derramé una lágrima al oírla. / Una lágrima, sí, ¡quién lo creyera! / Y eso que soy persona de energía. / Si he de conceder crédito a lo dicho / Por la gente que trajo la noticia / Debo creer, sin vacilar un punto, / Que murió con mi nombre en las pupilas. / Hecho que me sorprende, porque nunca / Fue para mí otra cosa que una amiga. / Nunca tuve con ella más que simples / Relaciones de estricta cortesía, / Nada más que palabras y palabras / Y una que otra mención de golondrinas. / La conocí en mi pueblo (de mi pueblo / Sólo queda un puñado de cenizas), / Pero jamás vi en ella otro destino / Que el de una joven triste y pensativa. / Tanto fue así que hasta llegue a tratarla / Con el celeste nombre de María, / Circunstancia que prueba claramente / La exactitud central de mi doctrina. / Puede ser que una vez la haya besado, / ¡Quién es el que no besa a sus amigas! / Pero tened presente que lo hice / Sin darme cuenta bien de lo que hacía. / No negaré, eso sí, que me gustaba / Su inmaterial y vaga compañía / Que era como el espíritu sereno / Que a las flores domésticas anima. / Yo no puedo ocultar de ningún modo / La importancia que tuvo su sonrisa / Ni desvirtuar el favorable influjo / Que hasta en las mismas piedras ejercía. / Agreguemos, aún, que de la noche / Fueron sus ojos fuente fidedigna. / Más, a pesar de todo, es necesario / Que comprendan que yo no la quería / Sino con esa vaga sentimiento / Con que a un pariente enfermo se designa. / Sin embargo, sucede, sin embargo, / Lo que a esta fecha aún me maravilla, / Ese inaudito y singular ejemplo / De morir con mi nombre en las pupilas, / Ella, múltiple rosa inmaculada, / Ella que era una lámpara legítima. / Tiene razón, mucha razón, la gente / Que se pasa quejando noche y día / De que el mundo traidor en que vivimos / Vale menos que rueda detenida: / Mucho más honorable es una tumba, / Vale más una hoja enmohecida. / Nada es verdad, aquí nada perdura, / Ni el color del cristal con que se mira. / Hoy es un día azul de primavera, / Creo que moriré de poesía, / De esa famosa joven melancólica / No recuerdo ni el nombre que tenía. / Sólo sé que pasó por este mundo / Como una paloma fugitiva: / La olvide sin quererlo, lentamente, / Como todas las cosas de la vida.

¿Qué putas puedo ... - Jaime Sabines

¿Que putas puedo hacer con mi rodilla, / con mi pierna tan larga y tan flaca, / con mis brazos, con mi lengua, / con mis flacos ojos? / ¿Que puedo hacer en este remolino / de imbéciles de buena voluntad? / ¿Que puedo con inteligentes podridos / y con dulces niñas que no quieren hombre sino poesía? / ¿Que puedo entre los poetas uniformados / por la academia o por el comunismo? / ¿Que, entre vendedores o políticos / o pastores de almas? / ¿Que putas puedo hacer, Tarumba, / si no soy santo, ni héroe, ni bandido, / ni adorador del arte, / ni boticario, / ni rebelde? / ¿Que puedo hacer si puedo hacerlo todo / y no tengo ganas sino de mirar y mirar?

Ay poeta - Efraín Huerta

Primero / Que nada / Me complace / Enormísimamente / Ser / Un buen / Poeta / De segunda / Del / Tercer / Mundo.

domingo, mayo 15, 2005

Las cosas que uno hace

¿Te acordás del día que te pedí prestado tu auto nuevo y lo choqué? / Pensé que me matarías, pero no lo hiciste. / ¿Te acordás cuando te arrastré a la playa, y me dijiste que llovería y así fue? / Creí que me retarías: “Yo te lo había dicho”, pero no lo hiciste. / ¿Te acordás cuando me puse a flirtear con todos los muchachos para ponerte celoso y lo logré? / Creí que me abandonarías, pero no lo hiciste / ¿Te acordás cuando volqué la torta de fresas sobre la alfombra de tu casa? / Creí que me golpearías , pero no lo hiciste / ¿Te acordás cuando me olvidé de decirte que el baile era de etiqueta y apareciste en jeans? / Pensé que me abandonarías, pero no lo hiciste. / Si. Hubo muchas cosas que no hiciste. / Sin embargo me soportaste, me amaste, me protegiste. / Yo quería compensarte por muchas cosas cuando volvieras de Vietnam. / Pero no lo hiciste.

Anónimo – Citado en Leaving, Loving and Learning; Leo Buscaglia, 1982

Plegaria rea

A mi manera lunfa, che Dios, yo te chamuyo / sin saber un comino de rezo y confesión, / por eso a la sordina y sin hacer baruyo / te ortivo estas parolas con toda devoción. / Remanyo tu prontuario por el que sos famoso, / rejuno las hazañas que te hicieron cartel, / te sé guapo entre guapos, con pedigree glorioso / ¡Qué Botafogo y Firpo, Cumparsita y Gardel! / En esos entreveros que escolasan tu suerte / los tauras del engaño, de la duda y el mal / saliste bien parado, noqueador de la muerte, / das hándicap sin grupo y no tenés rival. / Por esa performance que guardo yo en el mate, / por sobrador de todo, por canchero y por santo, / por eso, emocionado, mi corazón hoy late / decidido a mangarte por los que sufren tanto... / ¡Che, Dios! pulsá los hombres, piantá los berretines / de esos bacanes colos dopados de ambición / pa' que finicien pronto los trágicos festines / de broncas, de miserias, de sangre y destrucción. / ¡Che, Dios! largá una mano, ya que tu mano es buena, / a todos los que yiran por las calles del mal, / a esos harapos viejos que la vida condena / dándoles de refugio solamente un umbral. / Por los pibes sin madre, por el desamparado, / por todos los que sudan para poder lastrar, / por esas minas buenas que el amor ha olvidado / y esos enfermos tristes que sueñan con sanar. / Por toda esa mistonga comparsa desahuciada, / que ha perdido la chance, la fe y el corazón, / va mi plegaria rea como última parada / y a mi manera lunfa me juego esta oración.

Desganas - Mario Benedetti

Si cuarenta mil niños sucumben diariamente / en el purgatorio del hambre y de la sed / si la tortura de los pobres cuerpos / envilece una a una a las almas / y si el poder se ufana de sus cuarentenas / o si los pobres de solemnidad / son cada vez menos solemnes y mas pobres / ya es bastante grave / que un solo hombre / o una sola mujer / contemplen distraídos el horizonte neutro / pero el cambio es atroz / sencillamente atroz / si es la humanidad / la que se encoge de hombros.

sábado, mayo 14, 2005

Blancanieves cuando llueve - Guillermo Saavedra

En la Pampa de Achala, donde se hacen zapatos del tamaño de un chancho y fabrican botellas pelirrojas o rubias, una chica más bella que bombón de alcachofa y más dulce que un plato
de mondongo con higos se ganaba el cariño de la gente y los gatos, por ser linda y muy buena. Se llamaba Ruperta Catalina Murena y ayudaba a las vacas a comprarse corpiños.
Era negra retinta como un cielo sin luna pero el agua de lluvia la volvía más blanca que la leche del tambo de Rodríguez de Anca o que el blanco del ojo de Nemesio Laguna.
Y por eso en Achala la llamaban en broma “Blancanieves Murena, la negrita que aclara. Ella no se ofendía, se notaba en su cara: se reía con ganas, masticando palomas.
Chica más deliciosa, educada y atenta no hubo nunca en la Pampa, ni en Japón, ni en Bolivia. Y es por eso que un día Mandolina Arancibia le hizo un daño espantoso, una pésima afrenta.
Esta bruja vivía en la punta de un cerro, retorcido y oscuro, con olor a pintura, entre choclos, plumeros y un montón de basura, en un rancho más chico que la cucha de un perro.
Esta tipa terrible, era mala y hermosa: a su lado eran feas las más lindas del barrio, pero todos la odiaban pues mataba canarios y asustaba a los chicos revoleando baldosas.
De mañana temprano, en la tele apagada, se miraba la cara. Su reflejo brillaba con tremenda belleza, mientras ella gritaba “¡¿ Hay alguna más linda, no soy una monada ¿!”.
Justo en ese momento, la teve se encendía y una voz de corneta le gritaba con ganas: “¡ Sos preciosa, mi vida, mucho más que mi hermana, sos más linda que todas, te ganaste un tranvía !”.
Pero al ver su reflejo, una fría mañana, la asaltaron las dudas. Preguntó nuevamente y la tele le dijo, con un tono insolente: “¡ Ya no sos la más linda, Blancanieves te gana !”.
Le agarró tal rabieta, que tiró el aparato desde arriba del cerro, aplastando una ojota. Y después dijo: “ Quiero encontrar a esa idiota, y una vez que la encuentre, yo la agarro y la mato “.
Contrató al detestable Pascualino Mandioca, y le dijo bien claro: “ Yo la quiero más muerta que una momia de Egipto. Acá espero despierta que me traigas al menos un riñón o su boca”.
El horrible asesino fue a buscar a su presa: la encontró en la farmacia de Jacinto Molfeta aplicando inyecciones de banana y panceta a la gente que iba con dolor de cabeza.
Cuando vió a Blancanieves tan hermosa y honrada, se quedó patitieso y le dijo al oído: “Me mandó Mandolina, a matarte he venido, pero no te preocupes, no te voy a hacer nada”.
Ahora bien: si esta bruja algún día descubre que estás viva y coliando, nos revienta en el acto con un palo de escoba o algún otro artefacto porque es mala, es tremenda, es un bicho insalubre.
Así fue como Blanca, la morocha más clara, se tomó una bebida que achicó su tamaño y vivió en una caja de cereales diez años, sin que nadie le viera ni siquiera la cara.
En la caja, vivían siete enanos de lata que cuidaron de ella cual si fuera una diosa. Le llevaban ravioles de chancleta y sabrosas ensaladas de corcho y escarola con patas.
Pascualino, entretanto, engañó a Mandolina: le llevó un riñón chasco que le dio un carnicero y una boca pintada y forrada con cuero, material que es orgullo de la industria argentina.
Pero siempre hay un pero, en Lanús o en Pompeya: muy contenta, la bruja se compró otro aparato de tevé y enseguida se miró sin recato, preguntando a los gritos: “ ¡ Y ahora, ¿quién es la más bella ?!”.
Imaginen la cara de esta bruja asesina cuando oyó que la tele respondía entre risas: “Lo lamento, querida; aunque ahora es petisa, Blancanieves te gana, desde acá hasta la China”.
Encontró a Blancanieves en su caja escondida, le zampó una vacuna de pestañas de tuerta y la pobre muchacha se quedó como muerta, en un sueño profundo para toda la vida.
Pero siempre otro pero recompensa a los pobres: una tarde de otoño, a la Pampa de Achala llegó un deportista: Nicanor, hombre bala, un muchacho divino con camisa de cobre.
Le mostraron la caja donde Blanca dormía su sueñito de trapo y el , con gesto eficiente, despertó a la muchacha que creció de repente y, sentada en su cama, se comió una alcancía.
Los enanos bailaban medio muertos de risa, Blancanieves cantaba, y la bruja, enterada de las nuevas noticias, ya no pudo hacer nada porque el gran hombre bala se embaló y la hizo trizas.
El valiente muchacho y la bella negrita se casaron un día que nevaba y llovía.: Blancanieves más blanca que la nieve más fría, Nicanor, hombre bala, con piyama a rayitas.

Amor condusse noi ad una morte - Xavier Villaurrutia

Amar es una angustia, una pregunta, / una suspensa y luminosa duda; / es un querer saber todo lo tuyo / y a la vez un temor de al fin saberlo.
Amar es reconstruir, cuando te alejas, / tus pasos, tus silencios, tus palabras, / y pretender seguir tu pensamiento / cuando a mi lado, al fin inmóvil, callas.
Amar es una cólera secreta, / una helada y diabólica soberbia.
Amar es no dormir cuando en mi lecho / sueñas entre mis brazos que te ciñen, / y odiar el sueño en que, bajo tu frente, / acaso en otros brazos te abandonas.
Amar es escuchar sobre tu pecho, / hasta colmar la oreja codiciosa, / el rumor de tu sangre y la marea / de tu respiración acompasada.
Amar es absorber tu joven savia / y juntar nuestras bocas en un cauce / hasta que de la brisa de tu aliento / se impregnen para siempre mis entrañas.
Amar es una envidia verde y muda, / una sutil y lúcida avaricia.
Amar es provocar el dulce instante / en que tu piel busca mi piel despierta; / saciar a un tiempo la avidez nocturna / y morir otra vez la misma muerte / provisional, desgarradora, oscura.
Amar es una sed, la de la llaga / que arde sin consumirse ni cerrarse, / y el hambre de una boca atormentada / que pide más y más y no se sacia.
Amar es una insólita lujuria / y una gula voraz, siempre desierta.
Pero amar es también cerrar los ojos, / dejar que el sueño invada nuestro cuerpo / como un río de olvido y de tinieblas, / y navegar sin rumbo, a la deriva: / porque amar es, al fin, una indolencia.

Manifiesto - Nicanor Parra

Señoras y señores / Esta es nuestra última palabra. / -Nuestra primera y última palabra- / Los poetas bajaron del Olimpo.
Para nuestros mayores / La poesía fue un objeto de lujo / Pero para nosotros / Es un artículo de primera necesidad: / No podemos vivir sin poesía.
A diferencia de nuestros mayores / -Y esto lo digo con todo respeto- / Nosotros sostenemos / Que el poeta no es un alquimista / El poeta es un hombre como todos / Un albañil que construye su muro: / Un constructor de puertas y ventanas.
Nosotros conversamos / En el lenguaje de todos los días / No creemos en signos cabalísticos.
Además una cosa: / El poeta está ahí / Para que el árbol no crezca torcido.
Este es nuestro lenguaje. / Nosotros denunciamos al poeta demiurgo / Al poeta Barata / Al poeta Ratón de Biblioteca.
Todo estos señores / -Y esto lo digo con mucho respeto- / Deben ser procesados y juzgados / Por construir castillos en el aire / Por malgastar el espacio y el tiempo / Redactando sonetos a la luna / Por agrupar palabras al azar / A la última moda de París. / Para nosotros no: / El pensamiento no nace en la boca / Nace en el corazón del corazón.
Nosotros repudiamos / La poesía de gafas obscuras / La poesía de capa y espada / La poesía de sombrero alón. / Propiciamos en cambio / La poesía a ojo desnudo / La poesía a pecho descubierto / La poesía a cabeza desnuda.
No creemos en ninfas ni tritones. / La poesía tiene que ser esto: / Una muchacha rodeada de espigas / O no ser absolutamente nada.
Ahora bien, en el plano político / Ellos, nuestros abuelos inmediatos, / ¡Nuestros buenos abuelos inmediatos! / Se refractaron y dispersaron / Al pasar por el prisma de cristal. / Unos pocos se hicieron comunistas. / Yo no sé si lo fueron realmente. / Supongamos que fueron comunistas, / Lo que sé es una cosa: / Que no fueron poetas populares, / Fueron unos reverendos poetas burgueses.
Hay que decir las cosas como son: / Sólo uno que otro / Supo llegar al corazón del pueblo. / Cada vez que pudieron / Se declararon de palabra y de hecho / Contra la poesía dirigida / Contra la poesía del presente / Contra la poesía proletaria.
Aceptemos que fueron comunistas / Pero la poesía fue un desastre / Surrealismo de segunda mano / Decadentismo de tercera mano, / Tablas viejas devueltas por el mar. / Poesía adjetiva / Poesía nasal y gutural / Poesía arbitraria / Poesía copiada de los libros / Poesía basada / En la revolución de la palabra / En circunstancias de que debe fundarse / En la revolución de las ideas. / Poesía de círculo vicioso / Para media docena de elegidos: / "Libertad absoluta de expresión".
Hoy nos hacemos cruces preguntando / Para qué escribirían esas cosas / ¿Para asustar al pequeño burgués? / ¡Tiempo perdido miserablemente! / El pequeño burgués no reacciona / Sino cuando se trata del estómago.
¡Qué lo van a asustar con poesías!
La situación es ésta: / Mientras ellos estaban / Por una poesía del crepúsculo / Por una poesía de la noche / Nosotros propugnamos / La poesía del amanecer. / Este es nuestro mensaje, / Los resplandores de la poesía / Deben llegar a todos por igual / La poesía alcanza para todos.
Nada más, compañeros / Nosotros condenamos / -Y esto sí que lo digo con respeto- / La poesía de pequeño dios / La poesía de vaca sagrada / La poesía de toro furioso.
Contra la poesía de las nubes / Nosotros oponemos / La poesía de la tierra firme / -Cabeza fría, corazón caliente / Somos tierrafirmistas decididos- / Contra la poesía de café / La poesía de la naturaleza / Contra la poesía de salón / La poesía de la plaza pública / La poesía de protesta social. / Los poetas bajaron del Olimpo.

XXI - Jaime Sabines

La casa me protege del frío nocturno, del sol del mediodía, / de los árboles derribados, del viento de los huracanes, de las asechanzas del rayo, / de los ríos desbordados, de los hombres y de olas fieras.
Pero la casa no me protege de la muerte. / ¿Por qué rendija se cuela el aire de la muerte? / ¿Qué hongo de las paredes, qué sustancia ascendente del corazón de la tierra es la muerte?
¿Quién me untó la muerte en la planta de los pies el día de mi nacimiento

La muchacha ebria - Efraín Huerta

Este lánguido caer en brazos de una desconocida, / esta brutal tarea de pisotear mariposas y sombras y cadáveres; / este pensarse árbol, botella o chorro de alcohol, / huella de pie dormido, navaja verde o negra; / este instante durísimo en que una muchacha grita, / gesticula y sueña por una virtud que nunca fue la suya. / Todo esto no es sino la noche, / sino la noche grávida de sangre y leche, / de niños que se asfixian, / de mujeres carbonizadas / y varones morenos de soledad / y misterioso, sofocante desgaste. / Sino la noche de la muchacha ebria / cuyos gritos de rabia y melancolía / me hirieron como el llanto purísimo, / como las náuseas y el rencor, / como el abandono y la voz de las mendigas.
Lo triste es este llanto, amigos, hecho de vidrio molido / y fúnebres gardenias despedazadas en el umbral de las cantinas, / llanto y sudor molidos, en que hombres desnudos, con sólo negra barba / y feas manos de miel se bañan sin angustia, sin tristeza: / llanto ebrio, lágrimas de claveles, de tabernas enmohecidas, / de la muchacha que se embriaga sin tedio ni pesadumbre, / de la muchacha que una noche —y era una santa noche— / me entregara su corazón derretido, / sus manos de agua caliente, césped, seda, / sus pensamientos tan parecidos a pájaros muertos, / sus torpes arrebatos de ternura, / su boca que sabía a taza mordida por dientes de borrachos, / su pecho suave como una mejilla con fiebre, / y sus brazos y piernas con tatuajes, / y su naciente tuberculosis, / y su dormido sexo de orquídea martirizada.
Ah la muchacha ebria, la muchacha del sonreír estúpido / y la generosidad en la punta de los dedos, / la muchacha de la confiada, inefable ternura para un hombre, / como yo, escapado apenas de la violencia amorosa. / Este tierno recuerdo siempre será una lámpara frente a mis ojos, / una fecha sangrienta y abatida.
¡Por la muchacha ebria, amigos míos!

Tango - Efraín Huerta

Hoy / Amanecí / Dichosamente / Herido / De / Muerte / Natural

viernes, mayo 13, 2005

Piedra Negra Sobre Una Piedra Blanca - César Vallejo

Me moriré en París con aguacero, / un día del cual tengo ya el recuerdo. / Me moriré en París -y no me corro- / tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso / estos versos, los húmeros me he puesto / a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto, / con todo mi camino, a verme solo.
César Vallejo ha muerto, le pegaban / todos sin que él les haga nada; / le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos / los días jueves y los huesos húmeros, / la soledad, la lluvia, los caminos...

Obituario con hurras - Mario Benedetti

A Ronald Reagan
A la muerte de un canalla
Vamos a festejarlo / vengan todos / los inocentes / los damnificadoslos que gritan de noche / los que sueñan de dia / los que sufren el cuerpo / los que alojan fantasmas / los que pisan descalzos / los que blasfeman y arden / los pobres congelados / los que quieren a alguien / los que nunca se olvidan / vamos a festejarlo / vengan todos / el crápula se ha muerto / se acabó el alma negra / el ládron / el cochino / se acabó para siempre / hurra / que vengan todos / vamos a festejarlo / a no decir / la muerte / siempre lo borra todo / todo lo purifica / cualquier día / la muerte / no borra nada / quedan / siempre las cicatrices / hurra / murió el cretino / vamos a festejarlo / a no llorar de vicio / que lloren sus iguales / y se traguen sus lágrimas / se acabó el monstruo prócer / se acabó para siempre / vamos a festejarlo / a no ponermos tibios / a no creer que éste / es un muerto cualquiera / vamos a festerjarlo / a no volvermos flojos / a no olvidar que éste / es un muerto de mierda

Cómo me curo de vos? - Jaime Sabines

Espero curarme de vos en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.
¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.
Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Vos sabés cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y vos sabías que decía «te quiero»).
Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.

Príncipe del Manicomio - Adrián Abonizio

Soy el rey / de la charca más sudaca / comprendí que no se ataca / la mano que da’ e comer / me contaron / me bajaron de la rama / me marearon en la cama / de este barco japonés, / y en un hueco / de electrodo y pis de gato / desayuno, asesinatos / con fondo de Luis Miguel / me nombraron príncipe del manicomio / de tanto ver al demonio / en la borra del café. / Por eso amor te pido , no me olvides. / Siempre creímos / que lo cerca estaba lejos / que lo blanco del espejo era polvo del común / activistas para un mundo estrafalario / marionetas sin salario / manejadas al tun-tun, / hoy soy héroe / de un electro medicado / un cobayo transtornado / por la granza del doctór / tanto tiempo / abonado a este abismo / me hice guía de turismo / recorriendo el pabellón. / Por eso amor te pido, no me olvides. / Por la noche desvelados enfermeros / me dicen “sos el primero / que se va a tomar el tren”, / y te escribo en papel de medicamento / antes de que me haga efecto la redonda que tome / ya es de noche / las estrellas en el frasco / sobre el hospital carrasco / simulan amanecer / y te escribo / calladito y tan contento / hoy por fin al fin recuerdo / tu nombre que olvidé. / Por eso amor te pido, no me olvides / por eso amor te pido / querida Inés / por eso amor te pido / Ester / por eso amor te pido / Grisel / por eso amor te pido / Mariel / por eso amor te pido / Raquel / por eso amor te pido / como te llames, / yo grabé nombres que quiero / yo grabé nombres que quiero. / Por eso amor te pido...

Si se supiera - Manuel Vázquez Montalbán

Si se supiera / lo que se presiente y no se dice / desde que Hiroshima / nos dejó sin habla / que la tercera guerra mundil / se ha declarado / que se muere / en los cuatro puntos cardinales / que crucifican la tierra en cruz gamada / lejos del parking amortizable / del supermercado de leches descremadas / de los lugares de vacaciones invernales / de las familias de hijos únicos / desplegables / lejos del Louvre y de la poesía tónica / lejos / muy lejos de la Plaza Roja y de la Casa Blanca / si se supiera / que a los vietnamitas del Líbano les abren en canal en Guatemala / y no se inventó el napalm para Le Bois de Boulogne / ni la violada de El Salvador será Miss Play Boy / en abril / aunque abril siga siendo el mes más cruel / en ésta guerra sólo se mata en los arrabales / el centro es ciudad abierta por mutuo acuerdo / entre el Bien y el Mal, mientras la ciencia / del alma calcula como calcular lo incalculable / por ejemplo / cuántos deben morir cada día en Etiopía / para que nos salga social / de pronto / la poesía.

Yo aquí me despido - Pablo Neruda

Yo aquí me despido, vuelvo / a mi casa, en mis sueños, / vuelvo a la Patagonia en donde el viento golpea los establos / y salpica hielo el Océano. / Soy nada más que un poeta: os amo a todos, / ando errante por el mundo que amo: / en mi patria encarcelan mineros / y los soldados mandan a los jueces. / Pero yo amo hasta las raíces / de mi pequeño país frío. / Si tuviera que morir mil veces / allí quiero morir: / si tuviera que nacer mil veces, / allí quiero nacer, / cerca de la araucaria salvaje / del vendaval del viento sur, / de las campanas recién compradas. / Que nadie piense en mí. / Pensemos en toda la tierra, / golpeando con amor en la mesa. / No quiero que vuelva la sangre / a empapar el pan, los frijoles, / la música: quiero que venga / conmigo el minero, la niña, / el abogado, el marinero, / el fabricante de muñecas, / que entremos al cine y salgamos /a beber el vino más rojo.
Yo no vengo a resolver nada.
Yo vine aquí para cantar / y para que cantes conmigo.

jueves, mayo 12, 2005

Para leer en forma interrogativa - Julio Cortázar

Has visto
verdaderamente has visto
la nieve los astros los pasos afelpados de la brisa
Has tocado
de verdad has tocado
el plato el pan la cara de esa mujer que tanto amás
Has vivido
como un golpe en la frente
el instante el jadeo la caída la fuga
Has sabido
con cada poro de la piel sabido
que tus ojos tus manos tu sexo tu blando corazón
había que tirarlos
había que llorarlos
había que inventarlos otra vez.

Noche de lluvia - Juana de Ibarborou

Llueve... espera, no duermas. / Estate atento a lo que dice el viento, / y a lo que dice el agua que golpea / con sus dedos menudos en los vidrios. / Todo mi corazón se vuelve oídos / para escuchar a la hechizada hermana / que ha dormido en el cielo, / que ha visto el sol de cerca, / y baja ahora elástica y alegre de la mano del viento, / igual que una viajera que torna / de un país de maravilla. / Cómo estará de alegre el trigo, amante. / Con qué avidez se esponjará la hierba, / cuántos diamantes colgarán ahora / del ramaje profundo de los pinos. / Espera, no te duermas. / Escuchemos el ritmo de la lluvia. / Apoya entre mis senos tu frente taciturna.

La economía es una ciencia - Juan Gelman

En el decenio que siguió a la crisis / se notó la declinación del coeficiente de ternura / en todos los países considerados / o sea / tu país / mí país / los países que crecían entre tu alma y mi alma de repente / duraban un instante y antes de irse / o desaparecer / dejaban caer sábanas llenas de nuestros sexos que salían volando alrededor como perdices / quiere decir que cada vez que hicimos el amor dejábamos nuestros sexos allí? / y ellos seguían vivitos y coleando como perdices suavísimas? / qué raro / mirá que lavábamos las sábanas con subordinación y valor / para que los jugos de la noche pasada no inauguraran el pasado / y ningún pasado pusiera una oficina entre nosotros para ordenarnos el hoy / porque el alma amorosa es desordenada y perfecta / tiene mucha limpieza y lindura / se necesita todo un Dios para encerrarla / como le pasó a don francisco / que así pudo cruzar la agua fría de la muerte / es bien raro eso de nuestros sexos volando / pero recuerdo ahora que cada vez que yo entraba en tu sexo / y me bañaban tus espumas purísimas con impaciencia / y dulzura y valor / me parecía oir un pajarerío en el bosque de vos / como amor encendiendo otro amor / o más, es cierto que cada vez nuestros sexos resucitaban / y se ponían a dar vueltas entre ellos / como maripositas encandiladas por el fuego / y se querían morir de nuevo buscando incesantemente la libertad / y había un país entre la vida y la muerte / donde todo era consolación y hermosura / y no poseíamos nuestro corazón / y nuestros sexos se perdían como almas en la noche / y nunca más los volvíamos a ver / para entender / estudio los índices de la tasa de inversión bruta / los índices de la productividad marginal de las inversiones / los índices de crecimiento del producto amoroso / otros índices que es aburrido hablar aquí / y no entiendo nada /la economía es bien curiosa / al pequeño ahorrista del alma lo engañan en wall street / los sueldos de la ternura son bajos / subsiste la injusticia en el mercado mundial del amor / el aprendiz está rodeado de nubes que parecen elefantes / eso no le da dicha ni desdicha / en medio de las razones / las redenciones / las resurrecciones / se lleva el alma a la nariz para sentir tus perfúmenes / estoy viendo volar los pajaritos que te salían del sexo / mejor dicho / de más allá todavía / de todo lo que valías / o brillabas / o eras / y dabas como jugos de la noche.

Auschwitz - León Felipe

Estos poetas infernales, / Dante, Blake, Rimbaud / que hablen más bajo... / que toquen más bajo... / ¡Que se callen! / Hoy / cualquier habitante de la tierra / sabe mucho más del infierno / que esos tres poetas juntos. / Ya sé que Dante toca muy bien el violín... / ¡Oh, el gran virtuoso! / Pero que no pretenda ahora / con sus tercetos maravillosos / asustar a ese niño judío / que está ahí, desgajado de sus padres... / Y solo. / ¡Solo! / aguardando su turno / en los hornos crematorios de Auschwitz. / Dante... tu bajaste a los infiernos / con Virgilio de la mano / (Virgilio, «gran cicerone») / y aquello vuestro de la Divina Comedia / fue una aventura divertida / de música y turismo. / Esto es otra cosa... otra cosa... / ¿Cómo te explicaré? / ¡Si no tienes imaginación! / Tu... no tienes imaginación, / Acuérdate que en tu «Infierno» / no hay un niño siquiera... / Y ese que ves ahí... / está solo / ¡Solo! Sin cicerone... / esperando que se abran las puertas de un infierno que tu, ¡pobre florentino!, / no pudiste siquiera imaginar. / Esto es otra cosa... ¿cómo te diré? / ¡Mira! Éste es un lugar donde no se puede tocar el violín. / Aquí se rompen las cuerdas de todos los violines del mundo. / ¿Me habéis entendido poetas infernales? / Virgilio, Dante, Blake, Rimbaud... / ¡Hablad más bajo! / ¡Tocad más bajo! ¡Chist! / ¡¡Callaos!! Yo también soy un gran violinista... / y he tocado en el infierno muchas veces... / Pero ahora, aquí... / rompo mi violín... y me callo.

Miedo - Raymond Carver

Miedo de ver una patrulla policial detenerse frente a la casa. / Miedo de quedarme dormido durante la noche. / Miedo de no poder dormir. / Miedo de que el pasado regrese. / Miedo de que el presente tome vuelo. / Miedo del teléfono que suena en el silencio de la noche muerta. / Miedo a las tormentas eléctricas. / Miedo de la mujer de servicio que tiene una cicatriz en la mejilla. / Miedo a los perros aunque me digan que no muerden. / ¡Miedo a la ansiedad! / Miedo a tener que identificar el cuerpo de un amigo muerto. / Miedo de quedarme sin dinero. / Miedo de tener mucho, aunque sea difícil de creer. / Miedo a los perfiles psicológicos. / Miedo a llegar tarde y de llegar antes que cualquiera. / Miedo a ver la escritura de mis hijos en la cubierta de un sobre. / Miedo a verlos morir antes que yo, y me sienta culpable. / Miedo a tener que vivir con mi madre durante su vejez, y la mía. / Miedo a la confusión. / Miedo a que este día termine con una nota triste. / Miedo a despertarme y ver que te has ido. / Miedo a no amar y miedo a no amar demasiado. / Miedo a que lo que ame sea letal para aquellos que amo. / Miedo a la muerte. / Miedo a vivir demasiado tiempo. / Miedo a la muerte. / Ya dije eso.

No puedo soportar perderte - Sting

Hoy te llamé tantas veces, / Y supongo que es cierto lo que dicen tu, amigas: / Que no querés volver a verme nunca más, / y que tu hermano me va a matar y mide dos metros. / Supongo que dirás que es cobardía, / pero no estoy dispuesto a seguir así.

No puedo soportar perderte.

Veo que me devolviste mis cartas / y mis discos, que están todos rayados. / Para mí no tiene sentido seguir un día más / cuando nadie me escucha ni una palabra. / Podés llamarlo falta de confianza, / Pero seguir viviendo no tiene sentido.

No puedo soportar perderte.

Supongo que este es nuestro último adiós, / y como no te importa no voy a llorar. / Pero vas a estar triste cuando me muera / y sientas toda esta culpa en tu cabeza. / Supongo que dirías que es un suicidio, / pero estoy demasiado harto para tragarme mi orgullo.

No puedo soportar perderte.

Fernando - Benny Andersson

¿Oís los tambores, Fernando? / Me acuerdo hace tiempo, de otra noche estrellada corno esta;
a la luz del fuego, Fernando, / canturreabas y rasgueabas suavemente la guitarra. / Yo escuchaba los tambores distantes / y llegaban desde lejos los toques de corneta.

Cada vez estaban más cerca, Fernando. / Cada hora, cada minuto parecía durar una eternidad. / Yo tenía tanto miedo, Fernando. / Éramos jóvenes, estábamos llenos de vida y no queríamos morir, / y no me da vergüenza decir / que el estampido de los fusiles y los cañones casi me hacía llorar.

Había algo en el aire esa noche, / las estrellas brillaban, Fernando, / brillaban para vos y para mí, / para la libertad. / Aunque jamás se me ocurrió que pudiéramos perder, / no me arrepiento. / Si tuviera que volver a hacerlo, / lo haría, amigo Fernando.

Ahora estamos viejos y canosos, Fernando. / Hace muchos nos que no te veo con un rifle en la mano. / ¿Oís los tambores, Fernando? / ¿Todavía te acordás de la noche espantosa en que cruzamos el Río Grande? / Veo en tus ojos / lo orgulloso que estabas de luchar por la libertad de esta tierra.

domingo, mayo 01, 2005

María - Facundo Cabral

Dejó la escoba, se lavó las manos, / siguió cantando pero muy bajito. / No se peinó ni lavó los pisos, / se quemó el pastel, se cambió el vestido. / No leyó los diarios y cerró los libros, / al final de cuentas, siempre es lo mismo. / Apagó la radio, encendió las velas / y al llegar la noche se durmió contenta. / Temprano en la mañana se levantó radiante / y escribió con dentífrico en el espejo del baño / su nuevo apellido. / Alzó la copa, la copa vacía, / y brindó con nadie, llena de alegría. / Le dijo un verso, un verso de Whitman / a la golondrina que pasó de prisa. / Entre las cortinas / se perdió bailando, / intentó una mueca, / terminó llorando, / tuvo mucho miedo pero fue muy lindo: / A las seis en punto, / María tuvo un niño.

El gigante de ojos azules - Nazim Hikmet

Un gigante de ojos azules / amaba a una mujer pequeña, / cuyo sueño era una casita / pequeña, como para ella; / que tuviera en el frente un jardín
con temblorosas madreselvas.

El gigante amaba en gigante. / Su mano, a grandes formas hechas / mal podía construir los muros, / ni usar el timbre de la puerta / de una casita con jardín
con temblorosas madreselvas.

El gigante de ojos azules / amaba a esa mujer pequeña / que pronto se casnsó, mimosa / de tan desmesurada empresa / que no concluía en un jardín
con temblorosas madreselvas.

Adiós, ojos azules, dijo. / Y con graciosa voltereta, / del brazo de un enano rico / penetró en la casa pequeña / que tenía en el frente un jardín
con temblorosas madreselvas.

El gigante comprende ahora / que amores de tanta grandeza / no caben nisiquiera muertos / en esas casas de muñecas / que en el frente tienen un jardín
con temblorosas madreselvas.

Ultima Voluntad - Hanz Magnus Enzensberger

Sáquenme de un a vez la bandera del rostro. Me hace cosquillas / Sepulten con ella a mi gato,. Sepúltenla allí / donde tenía mi colorido jardín.

Quítenme esta corona de lata del pecho. Hace ruido. / Tírenla a las estatuas. A la basura / y regalen las cintas a las putas, para que se adornen.

Digan las oraciones por teléfono, pero corten el cable / o envuélvanlas en un pañuelo lleno de migas de pan / para los tontos peces del charquito.

Que el obispo se quede en casa y se emborrache. / Denle un barrilito de ron / porque estará sediento antes de predicar.

Y déjenme tranquilo con lápidas y sombreros de copa. / Adoquinen con ese buen basalto una calle que nadie habite. / Una calle para pájaros

En mi baúl hay mucho papel garrapateado para mi primito. / Que haga avioncitos para que vuelen lindamente desde el puente / y se ahoguen en el río.

Lo demás, un calzoncillo, un enecendedor, un hermoso ópalo, / un despertador. Eso deberán regalárselo al linyera Calístenes. / Y denle también una propina adecuada.

Por la resurrección de la carne, mientras tanto, y por la vida eterna / me preocuparé yo, si no lo toman a mal. / Es cosa mía ¿no es verdad?. Que les vaya bien.

En la mesa de luz hay, todavía, un par de cigarrillos.

Testamento del condenado - Pampa Isihata

Regalaré palabras al perdón de cualquiera. / Dejo mis sueños para la risa piadosa del satisfecho embrutecido. / Mi parodia de gentil ciudadano, respetuoso de las leyes y costumbres, la deposito en la estadística, en las boletas, en las agendas que llevan los dueños, los poderes, los gobiernos, los jefes de algo y los patrones de la nada. / Dejo mis amores perdidos a las viudas castas. / Mi pasión imposible a las prostitutas vírgenes. / Mi ausencia al que quiera ocupar un puesto de mendigo. / Mi sensibilidad a los verdugos. / Mi letra clara para los que firman sentencias y deciden la muerte del hermano. / Para los incendiarios, mis libros y carpetas de versos congelados en la cerguenza de mostrarlos. / Para los revolucionarios, la libertad que no tuve. / Lo que quise destruir y nunca pude, se lo dejo a mi hija: la tristeza y un nombre... / A mis amigos les dejo mis amigos. / A mi mujer, la esperanza de encontrarnos nuevamente en la raiz de la inocencia que provocó el primer beso. / A Dios, mi deseo de encontrarlo. / A mis enemigos, la gratitud por dejarme una conducta. / A los seres puros, mi respeto. / Y a quienes quieran perdonar, esa carcajada que un día planté en la tierra del silencio.

Quien bien come, bebe bien - Juan Ruiz de Alarcón

Quien bien come, bebe bien, / quien bien bebe, concededme / es forzoso que bien duerme; / quien duerme, no peca; y quien / no peca, es caso notorio / que si bautizado está / a gozar del cielo va / sin tocar el purgatorio. / Esto arguye perfección: / luego, según los efectos, / si los santos son perfectos, / los que comen bien, lo son.

Admirose un portugués - Moratín

Admirose un portugués / de ver que en su tierna infancia, / todos los niños de Francia, / sabían hablar francés. / - Arte diabólica es / - dijo torciendo el mostacho -, / que para hablar en gabacho / un hidalgo en Portugal / llegue a viejo y lo hable mal / y aquí lo parla un muchacho.

Rita, por cierta pendencia - José Bernat y Baldoví

Rita, por cierta pendencia / fue citada ante el alcalde, / y este le sirvió de balde, / dando en su pro la sentencia. / Con refinada malicia / dijo entonces la alcaldesa: / “Nunca he visto, Antón, tan tiesa / la vara de la justicia”.

¿Al primer asalto, mía? - Alberto Lisa

¿Al primer asalto mía? / Por Dios, que esto va, señora, / más pronto que yo quería / si ha de durar más de un día / resistid siquiera una hora.

Juan López y John Ward - Jorge Luis Borges

Les tocó en suerte una época extraña. / El palneta había sido parcelado en diversos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heróico, de antiguas o recientes tradiciones, de derchos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos, de símbolos. / Esta arbitraria división era favorable a las guerras, / López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil. Ward en las afueras de la ciudad que caminó Father Brown. Había estudiado castellano para leer El Quijote. / El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en un aula de la calle Viamonte. / Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez, cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno Abel. / Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen. / El hecho al que me refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.

Ellos - Pablo Neruda

Ellos aquí trajeron fusiles repletos / de pólvora, Ellos mandaron al acerbo exterminio. / Ellos aquí encontraron un pueblo que cantaba, / un pueblo por deber y amor reunido. / Y la delgada niña cayó con su bandera / y el joven sonriente rodó a su lado herido, / y el estupor del pueblo vio caer a los muertos / con furia y con dolor. / Entonces, en el sitio / bajaron las banderas a empaparse de sangre / para alzarse de nuevo frente a los asesinos.

Por estos muertos, nuestros muertos / pido castigo. / Para los que de sangre salpicaron la Patria / pido castigo. / Para el verdugo que mandó esta muerte / pido castigo. / Para el que dio la orden de agonía / pido castigo / Para los que defendieron este crimen / pido castigo.

No quiero que me den la mano / ocupada con nuestra sangre. / Pido castigo. / No los quiero embajadores, / tampoco en su casa tranquilos. / Los quiero ver aquí juzgados / en esta plaza, en este sitio.

Quiero castigo

Tiempo de Viudez - Juan Pablo Forner

Murió Fermín y su esposa / tan presto a Simón se unió / que se duda si enviudó, / tanto adoró al que reposa. / Tan repentina unión / bien da a entender, a fe mía, / que cuando Fermín vivía / ya era marido Simón.

A Vergel, alguacil de la corte - Don Juan de Tasis y Medina

¡Qué galán que entró Vergel / con cintillo de diamantes! / Diamantes que fueron antes / de amantes de su mujer.

A un marido que cortó las narices al galán de su mujer - Marco Valerio Marcial

¿Quién te persuadió a quitar / al adúltero infeliz / la nariz, pues la nariz / no te puede deshonrar? / Tonto, ¿qué has hecho en cortar / lo que sólo sabía oler? / Nada perdió tu mujer / en esto, si lo has notado, / pues al otro le ha quedado / con qué volverte a ofender.

A J.Vergenal - Marco Valerio Marcial

No hubo en toda la ciudad / Quien de balde a tu mujer / La quisiese pretender / Mientras tuvo libertad. / Pero tu curiosidad / De poner a su reposo / Guardas y hacerte celoso, / Vergenal, ha despertado / Más de mil que la han gozado. / Eres un hombre ingenioso.

Fundación mítica de Buenos Aires - Jorge Luis Borges

¿Y fue por este río de sueñera y de barro / que las proas vinieron a fundarme la patria? / Irían a los tumbos los barquitos pintados / entre los camalotes de la corriente zaina.

Pensando bien la cosa, supondremos que el río / era azulejo entonces como oriundo del cielo / con su estrellita roja para marcar el sitio / en que ayunó Juan Díaz y los indios comieron.

Lo cierto es que mil hombres y otros mil arribaron / por un mar que tenía cinco lunas de anchura / y aún estaba poblado de sirenas y endriagos / y de piedras imanes que enloquecen la brújula.

Prendieron unos ranchos trémulos en la costa, / durmieron extrañados. Dicen que en el Riachuelo, / pero son embelecos fraguados en la Boca. / Fue una manzana entera y en mi barrio: en Palermo.

Una manzana entera pero en mitá del campo / expuesta a las auroras y lluvias y suestadas. / La manzana pareja que persiste en mi barrio: / Guatemala, Serrano, Paraguay y Gurruchaga.

Un almacén rosado como revés de naipe / brilló y en la trastienda conversaron un truco; / el almacén rosado floreció en un compadre, / ya patrón de la esquina, ya resentido y duro.

El primer organito salvaba el horizonte / con su achacoso porte, su habanera y su gringo. / El corralón seguro ya opinaba YRIGOYEN, / algún piano mandaba tangos de Saborido.

Una cigarrería sahumó como una rosa / el desierto. La tarde se había ahondado en ayeres, / los hombres compartieron un pasado ilusorio. / Sólo faltó una cosa: la vereda de enfrente.

A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires: / La juzgo tan eterna como el agua y como el aire.

Villa Asunción - Nadalino

Estas rendijas son / las que nos traen el sol cada mañana. / Trapos sin algodón / se visten de cortina en las ventanas. / Alta mar de sanjón / con barcos de papel, gritos livianos. / Canilla para cien / y el año que se va sin cumpleaños. / En chapas de cartón / la lluvia cuenta un cuento de goteras; / y el fuego sin carbón / arde con carcajadas de madera. / Carita sin lavar / no mires el futuro en el espejo / que aquello que buscás / vive en las manos duras de tus viejos

Que suerte la de la buena gente / dormida en cielos de almohadones / sin gracia. / acunás nostalgias lejanas de la pena y los temores. / Horizontes de espaldas. / Cuándo comprenderás, / la vida te hace esquina en el barrial.

Yo, cacique - Zito Segovia

Yo, Cacique, volveré / con mi pueblo de la muerte. / Sé que vendré en el tiempo y con mi pueblo / a esta tierra, mi tierra. / Nuestra ya para siempre. / Y le sembraré luceros en el vientre

Mazúrquica Modérnica - Violeta Parra

Me han preguntádico varias persónicas / si peligrósicas para las másicas / son las canciones agitadóricas, / ay que pregúntica más infantílica / sólo un pitúquico la formulárica

Le he contestado yo al preguntónico / cuando la guática pide comídica / pone al cristiánico firme y guerrérico / por sus poróticos y sus cebóllicas, / no hay regimiéntico que los deténguica / si tienen hámbrica los populáricos.

Caballeríticos, almidonáticos / almibaráticos, homosex..ni..ni... / le hechan carbónico al inocéntico / y arrelladánicos en sus sillónicos / cuentan los muertos de los encuéntricos / como frivólicos y bataclánicos.

Partidirísticos, disimuládicos, / minifundísticos y muy malúlicos / son peligrósicos más que los vérsicos, / más que los cánticos y los desfílicos, / bajito cuérdica firman papélicos / lavan sus mánicos como Piláticos

Ni los obréricos, ni los milíquicos / tienen la culpa señor fiscálico.

Los Amantes - Oliverio Girondo

Se miran, se presienten, se desean, / se acarician, se besan, se desnudan, / se respiran, se acuestan, se olfatean, / se penetran, se chupan, se demudan, / se adormecen, despiertan, se iluminan, / se codician, se palpan, se fascinan, / se mastican, se gustan, se babean, / se confunden, se acoplan, se disgregan, / se aletargan, fallecen, se reintegran, / se distienden, se enarcan, se menean, / se retuercen, se estiran, se caldean, / se estrangulan, se aprietan, se estremecen, / se tantean, se juntan, desfallecen, / se repelen, se enervan, se apetecen, / se acometen, se enlazan, se entrechocan, / se agazapan, se apresan, se dislocan, / se perforan, se incrustan, se acribillan, / se remachan, se injertan, se atornillan, / se desmayan, reviven, resplandecen, / se contemplan, se inflaman, se enloquecen, / se derriten, se sueldan, se calcinan, / se desgarran, se muerden, se asesinan, / resucitan, se buscan, se refriegan, / se rehuyen, se evaden, y se entregan.

Eclipse de viento y luna - Mario Offehenden

Se encontraban a la entrada del sol. / Se encontraban a la salida del pueblo. / Se tomaban de la cintura. / Caminaban besándose en la boca. / Llegaban pronto al río. / Se desnudaban cerca del sauce / y se amaban hasta el amanecer. / Un día sopló viento del oeste. / El construyó una pared al oeste. / Después sopló del sur, del norte, del este. / El construyó tres paredes más. / Se encontraban a la entrada del sol / y se amaban entre las paredes hasta la medianoche. / Una noche llovió. / El construyo un techo. / Se encontraban a la entrada del sol. / Se sentaban entre las paredes bajo el techo / y ya no se amaban más.

Guardia, Cima Quattro, 23 de diciembre de 1915 - Giuseppe Ungaretti

Una noche entera / tirado al lado / de un camarada masacrado / su boca / gruñona / vuelta hacia la luna llena / la hinchazón / de sus manos / penetrando / en mi silencio / He escrito / cartas llenas de amor .

Nunca me he asido / tan / firmemente a la vida

Estadio Chile - Víctor Jara

Somos cinco mil / aquí en esta parte de la ciudad. / Somos cinco mil. / ¿Cuántos seremos en total en las ciudades / y en todo el país? / Somos aquí diez mil manos que siembran / y hacen andar las fábricas. / Cuánta humanidad / con hambre, frío, angustia, pánico, / dolor, presión moral, temor y locura. / Seis de los nuestros se perdieron en el espacio de las estrellas...

El mangazo - Daniel Giribaldi

Pilas de veces me tocó hacer sapo. / La chingué yfue de puro bartolero, / pero que me dio el cuero...me dio el cuero: / en ligar sin chiyar, soy todo un capo.

Tuve, también mis buenas; pasé el trapo / en más de un entrevero carpetero. / Siempre que escuché 'envido', canté 'quiero'. / De confiado, nomás, nunca de guapo.

Al trotecito siempre, sin esfuerzo, / pasé del gran atorro a la gran vía. / Me tragué el sapo... / cuando no el escuerzo.

Y aquí estoy, ñoricompa y gran gomía, / batiéndote el porqué de tanto verso: / ¡no te voy a salir de garantía!