sábado, abril 05, 2008

A Solas con Uno Mismo - Osvaldo Ardizzone

Cuando hayas perdido la sinceridad, / cuando te vuelvas convencional / y claudiques hasta tus más queridas convicciones. / Cuando te elabores los argumentos / para justificar tus miserias / y además las justifiques… / Cuando sacrifiques la amistad por el poder, / cuando festejes el humor de los mediocres / como la pobre copera lo hace con sus clientes. / Cuando te acostumbres a juzgar a los demás / por la calidad de la ropa que visten… / Cuando mires concuspicencia la mujer del amigo / que te tiende la mesa, el techo y hasta el lecho. / Cuando juzgues despreciativamente a un borracho, / cuando te erijas en juez / inflexible de una prostituta. / Cuando te sientas respetuoso de la Ley / nada más que por que pagas tus impuestos al día… / Cuando te inclines por lo que te conviene / y no por lo que realmente sientas. / Cuando después de tres días consecutivos / adviertas que ni una sola vez levantaste los ojos al cielo. / Cuando digas con la voz impostada del aforista / que deben existir los pobres y los ricos, / los trepadores y los fracasados, / los dirigentes y los dirigidos / y agregues por la misma impostada presuntuosidad / que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen. / Cuando te refieras a la gente / y no te sientas incluido en ella. / Cuando pronuncies por primera vez / la palabra negro con asco, / cuando te sientas ufano y orgulloso de ser blanco, / cuando llegues a gerente / y además te sientas gerente, / cuando a fuerza de proclamar tu desprejuicio / desemboques sin escrúpulos en el crimen. / Cuando uses tus tarjetas en los velorios / para que nadie dude tu puntualidad… / Cuando entones canciones de protesta / porque está de gran moda cantarlas. / Cuando tus más queridos sueños literarios, / cuando la fresca espontaneidad de tu primer soneto / desemboca en la prosa gris y árida de un memorando ejecutivo. / Cuando asistas sin inmutarte a un desalojo. / Cuando proclames ante tus hijos tu brillante carrera de triunfador. / Cuando dejes de concurrir a los parques. / Cuando dejes de mirarle los ojos a las muchachas. / Cuando ya no te quede la posibilidad de un asombro, / ni un resto de candor ni una lágrima para una pena / ni el estremecimiento de un hermano / ni el valor para juzgarte en un gesto. / Cuando pierdas la facultad de arrepentirte, / Cuando seas incapaz de perdonar. / Cuando te sientas vacío para querer. / Cuando maquines por primera vez… / Entonces ¿de que te servirá el poder?, / ¿de que el dinero? / ¿de qué los amoríos fáciles? / ¿de que las frases huecas, de que tu vida? / Por que entonces con solo mirarte al espejo / Comprobarías que te has transformado en lo que se dice comúnmente ¡una mierda!

2 comentarios:

Inés Labayén dijo...

Buenísimo!! Creo que si nos sinceramos profundamente nadie zafa de algún pedacito de mierda. Qué lucideaz la de Ardizzone, pero también la tuya por haberlo publicado.
Inés Labayén

Daniel Frini dijo...

Un maestro, Ardizzone.