miércoles, agosto 06, 2025

Espantapájaros - Oliverio Girondo

 1

No sé me importa un pito que las mujeres
tengan los senos como magnolias o como pasas de higo;
un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero,
al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco
o con un aliento insecticida.
Soy perfectamente capaz de soportarles
una nariz que sacaría el primer premio
en una exposición de zanahorias;
¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible

– no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar.
Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
Ésta fue -y no otra- la razón de que me enamorase,
tan locamente, de María Luisa.
¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos?

¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo
y sus miradas de pronóstico reservado?
¡María Luisa era una verdadera pluma!
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina,
volaba del comedor a la despensa.
Volando me preparaba el baño, la camisa.
Volando realizaba sus compras, sus quehaceres…
¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando,
de algún paseo por los alrededores!
Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado.
“¡María Luisa! ¡María Luisa!”… y a los pocos segundos,
ya me abrazaba con sus piernas de pluma,
para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia
que nos aproximaba al paraíso;
durante horas enteras nos anidábamos en una nube,
como dos ángeles, y de repente,
en tirabuzón, en hoja muerta,
el aterrizaje forzoso de un espasmo.
¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera…,
aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas!
¡Qué voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes…
la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer una mujer etérea,
¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre?

¿Verdad que no hay diferencia sustancial
entre vivir con una vaca o con una mujer
que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender
la seducción de una mujer pedestre,
y por más empeño que ponga en concebirlo,
no me es posible ni tan siquiera imaginar
que pueda hacerse el amor más que volando.

No me importa un pito - Mauricio Koch

No me importa un pito que esté lavado,
dulce como panal o incluso, te digo más, 
edulcorado y hasta con esa cosa nueva que se llama stevia y sabe a pedo rancio.
Le doy una importancia igual a cero
si está tirando a seco, cortito como patada de cuis
o rebalsado, una laguna en la que flotan palos, listones y habichuelas.
Soy perfectamente capaz de soportar uno largo de esos que te dejan exhausto y con la tripa revuelta
o hirviendo y cuando le das la chupada entusiasta te pelan hasta la conciencia y te acordás 
de todo el árbol genealógico del cebador. 
Pero lo que no puedo perdonar bajo ningún pretexto es que el mate esté tibio.
Tibio no.
Ahí sí pelo el facón.

jueves, julio 31, 2025

Si es posible… - Sebastián Monk

Para ellos, el asiento que da a la ventanilla,
la mejor parte del jamón del medio.
Para ellos las hadas, los duraznos, las cosquillas.
Para mi los retos, la vejez, el tedio.

Para ellos la zona tibia de la cama en el invierno,
el lado fresco de la almohada en los veranos.
Para ellos empezar la primer hoja del cuaderno,
para mí, el despertador que suena bien temprano.

Para ellos el olor a albahaca y todos viernes,
para ellos el muslo del pollo y los Havanna.
Para mi los apretujes en los trenes,
los tormentos, la estrechez, las pocas ganas.

Para ellos las caricias con pinceles en la nuca,
la dicha de un domingo con abuelos,
las frutillas con crema y mucha azúcar.
Para mí, el albañil que no termina, los desvelos.

Para ellos los ratones, Papá Noel, los Reyes Magos,
la banana de la ensalada de fruta, el kanikama.
Para mí las expensas, el mecánico, los pagos,
para ellos un ratito de quedarse en nuestra cama.

Para mí el insomnio y viajar parado en colectivo,
las tapas del pan lactal endurecidas,
las jaquecas, los problemas digestivos,
los calambres, los engaños, las partidas.

Para ellos las tardes de jugar en la vereda,
el cine, el circo, el sol, los elefantes.
Para mi, lo que quede si es que queda
que teniéndolos felices ya es bastante.

Las espinas del pescado atragantadas,
los esguinces, las fracturas, los desplantes,
la fiebre, las toses, las patadas,
el mal modo, las respuestas humillantes,
los dolores de muelas, lo terrible,
la inacción, las contracturas en el cuello.
Al tratarse de mis hijos, si es posible,
que me duela todo a mí en vez de a ellos.

viernes, julio 18, 2025

Padre - Horacio Castillo

Todos llevamos, como Eneas
a nuestro padre sobre los hombros.
Débiles aún, su peso nos impide la marcha;
pero luego, se vuelve cada vez más liviano
hasta que un día deja de sentirse, 
y advertimos que ha muerto.
Entonces, lo abandonamos para siempre
en un recodo del camino
y trepamos a los hombros
de nuestro hijo. 

lunes, junio 09, 2025

Elegía - Miguel Hernández

 (En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
con quien tanto quería.)

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento.
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

viernes, enero 24, 2025

Los justos - Jorge Luis Borges

Un hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.

jueves, enero 02, 2025

Qué es Dios - Alberto Sueiro

Bajó una mano del cielo y acariciando su pelo,
rulo y señal de la cruz,
la caricia de Jesús hizo posible el milagro

Convirtió la red en tierra,
del balón hizo palomas, que aterrizaban su paz
en la Isla Soledad, borrando una absurda guerra

Judas no juega esta tarde, lo expulsaron por traidor
y once apóstoles de Cristo, con sus oídos al cielo
consultándole al Señor

Y Jesús dijo: Me voy.
De tácticas, ya no hablo
pero un consejo les doy:
La pelota siempre al diez
que ocurrirá otro milagro

El diez susurró a su oído:
novia eterna, ven conmigo, te llevaré de paseo
que nos verá todo el mundo y sabrán cuánto te quiero

La pelota enamorada, blanca, piel inmaculada
Se entregaba sin pudor
a suelas de terciopelo, de su eterno gran amor

En filigranas de baile, comenzaba su paseo.
Sobredosis de talento, convertía a los rivales
en estatuas de cemento

Gran amante por doquier
danza el diez con su mujer.
Caricias, besos y abrazos.
El diez haciendo el amor
y el orgasmo fue un golazo

Rojo el Sol gritaba gol, sus rayos brazos en alto
y Jesucristo a los saltos
festejaba la proeza del señor Diez y su alteza

Otro vuelo de palomas, raudo viaje hacia el sudeste,
soberanía argentina.
Banderas blanquicelestes adornan la Gran Malvina

Premio Nobel de la Paz, desde México a Fiorito.
De Malvinas a Inglaterra, este loco diez bajito
llenó de risas la Tierra

Llanto de risas de madres
viendo en el diez al compadre
genera risa latente.
Su risa en todas las fotos
de los hijos combatientes

Y Jesús dijo: Me voy.
De tácticas, ya no hablo
pero un consejo les doy:
La pelota siempre al diez
que ocurrirá otro milagro

Gran amante por doquier
danza el diez con su mujer.
Caricias, besos y abrazos.
El diez haciendo el amor
y el orgasmo fue un golazo
No, no, no, no

Por tu milagrosa mano
y el milagro de tus pies.
Por tu milagrosa mano
y el milagro de tus pies,
muchas gracias, señor Dios
muchas gracias, señor diez