sábado, marzo 05, 2022

El Milagro - Guillermo Pilía

Contaba mi padre que mi abuelo tenía un ojo que siempre le lloraba, 
producto de un golpe brutal que le dio mi bisabuelo. 
Tendría entre ocho y diez años entonces y con esa marca vivió hasta los setenta. 
Nunca supe qué falta nimia le acarreó un castigo 
tan dilatado en la distancia y el recuerdo: 
ese ojo lisiado que no obstante no logró hacerlo cruel ni resentido.
Cuando hoy mi vista llora de cansancio, como esta mañana que tanto 
se parece a aquellas en que escuchaba de niño la historia de mi abuelo, 
pienso en el milagro de mi padre que no sufrió la misma suerte, 
de mis ojos sanos y de los ojos más sanos aún de mi hijo; 
en el milagro que esa infancia dolorosa de mi abuelo 
se haya quedado allá en su isla y solamente 
trajera aquí, sin odio, un ojo humedecido que hoy 
bien podría estar llorando por piedad.

No hay comentarios.: