No veo el cielo, madre, solo un pañuelo blanco. / No sé si aquella noche yo te estaba pensando / o si un perfil de sombras me acunaba en sus brazos. / pero entré en otra historia con el cielo cambiado.
No me duele la carne que se fue desgarrando, / me duele haber perdido las alas de mi canto, / las posibilidades de estar en el milagro / y recoger las flores que caen de tu llanto.
No quiero que me llores, mírame en tu costado, / mi sangre está en la sangre de un pueblo castigado, / mi voz está en las voces de los iluminados / que caminan contigo por la ronda de Mayo.
No quiero que me llores ahora que te hablo / mi corazón te crece cuando extiendes las manos / y acaricias las cosas que siempre hemos amado: / la libertad y el alma de todos los hermanos.
No sé si aquella noche yo amanecí llorando / o si alguna paloma se me murió de espanto, / solo se que la vida que me esperaba tanto / es el cielo que crece por tu pañuelo blanco.
Hamlet Lima Quintana – Situación Personal, 1984
No me duele la carne que se fue desgarrando, / me duele haber perdido las alas de mi canto, / las posibilidades de estar en el milagro / y recoger las flores que caen de tu llanto.
No quiero que me llores, mírame en tu costado, / mi sangre está en la sangre de un pueblo castigado, / mi voz está en las voces de los iluminados / que caminan contigo por la ronda de Mayo.
No quiero que me llores ahora que te hablo / mi corazón te crece cuando extiendes las manos / y acaricias las cosas que siempre hemos amado: / la libertad y el alma de todos los hermanos.
No sé si aquella noche yo amanecí llorando / o si alguna paloma se me murió de espanto, / solo se que la vida que me esperaba tanto / es el cielo que crece por tu pañuelo blanco.
Hamlet Lima Quintana – Situación Personal, 1984
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