domingo, mayo 01, 2005

Ultima Voluntad - Hanz Magnus Enzensberger

Sáquenme de un a vez la bandera del rostro. Me hace cosquillas / Sepulten con ella a mi gato,. Sepúltenla allí / donde tenía mi colorido jardín.

Quítenme esta corona de lata del pecho. Hace ruido. / Tírenla a las estatuas. A la basura / y regalen las cintas a las putas, para que se adornen.

Digan las oraciones por teléfono, pero corten el cable / o envuélvanlas en un pañuelo lleno de migas de pan / para los tontos peces del charquito.

Que el obispo se quede en casa y se emborrache. / Denle un barrilito de ron / porque estará sediento antes de predicar.

Y déjenme tranquilo con lápidas y sombreros de copa. / Adoquinen con ese buen basalto una calle que nadie habite. / Una calle para pájaros

En mi baúl hay mucho papel garrapateado para mi primito. / Que haga avioncitos para que vuelen lindamente desde el puente / y se ahoguen en el río.

Lo demás, un calzoncillo, un enecendedor, un hermoso ópalo, / un despertador. Eso deberán regalárselo al linyera Calístenes. / Y denle también una propina adecuada.

Por la resurrección de la carne, mientras tanto, y por la vida eterna / me preocuparé yo, si no lo toman a mal. / Es cosa mía ¿no es verdad?. Que les vaya bien.

En la mesa de luz hay, todavía, un par de cigarrillos.

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